El ímpetu reformista de Enrique Peña Nieto sacude México

Por Santiago Torrado. Desde Ciudad de México

“Es tiempo de mover a México” fue la frase que acuñó el presidente Enrique Peña Nieto el 1 de diciembre del 2012, día de su toma de mando y que se repite en los comerciales del gobierno.

Los antecedentes invitaban al escepticismo, pues su elección representa el regreso del añejo Partido Revolucionario Institucional, hegemónico durante más de 70 años y uno de los grandes obstáculos para modernizar el país durante los dos mandatos del PAN, que ese día llegaban a su final.

Pero Peña Nieto, que acaba de superar el umbral de sus 100 primeros días como presidente, ha conseguido cambiar la percepción sobre su país y disfruta las mieles del ímpetu de sus primeros meses. La confianza internacional se ha disparado al punto que el “Financial Times” le ha puesto un nuevo mote al país (Tigre Azteca) y tituló un editorial “La nueva revolución mexicana”.

El martes, la calificadora Standard y Poor’s mejoró la percepción económica para México, de “estable” a “positiva”. Roberta Jacobson, la secretaria de Estado para América Latina, se sumó a los elogios: “Hemos visto un comienzo muy fuerte y positivo. Hemos visto muchas reformas que mucha gente, dentro y fuera de México, habían reclamado durante años”.

A eso se suma un índice de aprobación del 59%, según encuestas recientes, algo nada despreciable al considerar que en México no hay segunda vuelta y Peña Nieto fue elegido con menos del 40% de los votos.

El presidente priista firmó desde el mismo inicio de su gobierno el Pacto por México con los dos principales partidos de oposición, el derechista PAN y el izquierdista PRD. Se trata de un paquete de compromisos para hacer avanzar algunas de las reformas estructurales largamente aplazadas.

Pero fue en las últimas semanas cuando dio golpes de efecto que lo enfrentan con aliados o intereses tradicionalmente ligados a su partido, pero muestran que su impulso modernizador va en serio. Peña Nieto parece encaminado a someter a varios de los poderes fácticos que muchos consideraban intocables.

Como producto del pacto, firmó la reforma educativa, y al día siguiente las autoridades detuvieron a Elba Esther Gordillo, la jefa del sindicato de maestros. Famosa por su actividad política y ostentoso estilo de vida, Gordillo se las había arreglado durante dos décadas para sobrevivir a gobiernos tanto priistas como panistas y evitar cualquier reforma del sector. Hasta ese momento se consideraba poco menos que todopoderosa, pero...

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