Ilusiones laborales

El Gobierno ha anunciado que pronto realizará la segunda parte del aumento del sueldo mínimo que prometió Gana Perú en la campaña presidencial. Concreta así una promesa electoral que, viendo las consecuencias de su cumplimiento, debió tomarse más bien como una amenaza.

El sueldo mínimo busca evitar, en la visión de sus propulsores, que las ?abusivas empresas? paguen salarios ?poco dignos? a los trabajadores. Lo poco digno, para ser francos, es tener políticos que promuevan leyes como esta, que benefician a un pequeño grupo (al que se le podría ayudar de varias otras formas más efectivas) en perjuicio de la enorme mayoría de peruanos.

Ya que los defensores del salario mínimo callan sobre sus verdaderos costos, hablemos nosotros sobre algunos de ellos.

Todo empresario cuenta con un capital limitado para contratar su personal. Por eso, mientras más caro es contratarlos, menos trabajadores emplean los empresarios. El primer costo que tiene la ley del salario mínimo, entonces, es desincentivar el empleo formal (es decir, el que cumple con exigencias como el salario mínimo). En otras palabras, el salario mínimo solo beneficia a algunas personas cuyos sueldos suben a costa de que se deje de contratar o se despida a otras. Lo único que logra es desvestir a un santo para vestir a otro, estando representados en el santo que queda desnudo la inmensa mayoría (el 80%) de trabajadores que aún no tienen empleo formal.

Quizá lo más irónico de todo esto es que los santos que desviste el sueldo mínimo son justamente aquellos a los que les hace más falta la ropa. Los grupos que terminan sin trabajo por culpa del sueldo mínimo y en general de las medidas que encarecen la contratación formal son los más pobres y los jóvenes. La razón es que cuando los empresarios tienen que decidir a quién despedir o dejar de contratar escogen a los trabajadores menos capacitados porque ellos son los que menos producen. Y en estos se concentran los pobres y jóvenes que por su falta de oportunidades y edad han tenido muy pocas oportunidades de prepararse. Así es como el Estado, cuyo fracasado sistema educativo restringe las oportunidades de quienes menos tienen, los vuelve a castigar con una ley de salario mínimo que les impide conseguir un...

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