Humala y el sadomasoquismo peruano

Por JuanParedesCastroLea mañana en Política a Diana Seminario El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. Las votaciones presidenciales y parlamentarias en el Perú encierran tal grado de sadomasoquismo que los electores terminamos viviendo, por cinco años, la orgía de la incertidumbre.Todo queda librado al azar, a la improvisación, a la informalidad y a la huachafería de un presidente, como Humala, que juró por una Constitución inexistente y de parlamentarios que hacen el ridículo jurando por todo, menos por lo que deben.Hasta en las pocas veces en que asoma una fresca brisa de confianza y de sentido de futuro, como la que promete la presidencia de Pedro Pablo Kuczynski, no podemos dejar de hacernos la señal de la cruz.No en vano Kuczynski preferiría despachar momentáneamente desde su casa que desde Palacio de Gobierno. Sabemos, como él, que este se ha vuelto por dentro, en sus lóbregos ambientes burocráticos, lo menos funcional para una gestión moderna. Salvo unos pocos salones de uso protocolar, lo demás es lo más cercano a una casa militar y lo más lejano a una real y respetable sede de Gobierno.De este palacio echado al abandono que le da lo mismo que un cuartel saldrá Ollanta Humala en 96 horas más, después de vivir allí mil ochocientos días sin haber podido ser el Hugo Chávez de reelecciones continuas ni el Néstor Kirchner que sirviera en bandeja la siguiente presidencia a su mujer ni el héroe de la gran transformación que cambió por una hoja de ruta democrática que nunca entendió.¿Por qué se sentiría frustrado Humala? ¿Quizá por liquidar la casi mágica oportunidad de devolvernos el país seguro...

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