Hoy un juramento

Por Ernesto Velit Granda. Analista políticoDifícil saber si la izquierda nuestra será capaz de recuperarse de la pérdida de Javier Diez Canseco.Aunque con él pareciera terminar un ciclo generacional dentro de las personalidades progresistas, su ausencia la van a sentir, sobre todo, los jóvenes, los nuevos cuadros, los militantes, todos aquellos a quienes su imagen y su conducta los convocaban con legítima autoridad.Sus exequias nos hicieron apreciar que era más grande y más admirado que lo que se podía imaginar, en particular por su actitud permanente de cuestionador irrevocable. Nos enseñó que la capacidad de indignarse ante lo injusto no debe perderse nunca y que, como dijo un revolucionario latinoamericano, ?no hay que dejar de protestar aunque la injusticia sea contra tu enemigo?.Ahora, que parecemos ya acostumbrados al dolor de su ausencia, nos queda el homenaje permanente que significa ser coherente con su ejemplo, con su prédica, con la luminosidad de su camino.Hemos escuchado en su despedida a tantos decir tantas cosas de él, que ya ni recordamos lo que dijo cada uno. Queremos creer que todos sentían verdaderamente lo que hablaban, aunque, confesamos, no podíamos resistir el asalto de la duda.Tantas arengas innecesarias reclamando el aplauso, tantos adjetivos compitiendo entre ellos, tanta generosidad prefabricada, que de haberlas escuchado habrían hecho enrojecer a Javier. Pensamos con qué facilidad se cambia la diatriba en elogio. Qué buen homenaje a él sería si todos esos discursos se convirtieran en una marcha por la defensa de los derechos laborales de los obreros.Nos cuentan que un grupo de líderes izquierdistas juraron ante sus restos su compromiso por la unidad, por deponer lo que no contribuye, por...

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