El hombre del tiempo

Por Julio Escalante

Un taller de reparación de relojes es lo más parecido a un museo del paso del tiempo. Hay piezas muy antiguas de pared y relojes de pulsera con correas de metal y de cuero, como los que usaban tu papá o tu abuelo. También como el que luces tú. En esta clínica de agujas oxidadas y de minuteros que adelantan o retrasan el arribo de las horas, el médico de turno es también un símbolo del rumbo que ha tomado el negocio: para Gerardo Vásquez, el relojero, el tiempo se ha detenido.

Vásquez es presidente de una asociación de relojeros que no tiene más de 30 miembros. Cada vez que se reúnen vuelve el tema: la extinción de los relojes de pulsera. ¿Por qué llevar el minuto exacto en la muñeca si el tiempo está hoy a la vista en cualquier lugar? En la pantalla de la computadora, en el celular, en el reproductor de música, en el brazo de otra persona.

Cuando Vásquez ingresó a Senati a estudiar relojería, esta era una carrera de dos años que prometía épocas venturosas. Hoy la carrera ya no existe. A Vásquez le interesaba la mecánica, pero al ver lo diminutas que podían ser las piezas de un reloj decidió que ese debía ser su oficio. Era un reto a la técnica y al buen ojo. Lo más parecido a un laboratorio de lo mínimo. Eran también otros tiempos. El taller de reparaciones que hoy ocupa en el Centro de Lima (Jr. Camaná 514) tuvo dos dueños desde 1950, antes de que él lo tomara hace casi 30 años.

La relojería era un buen negocio, pues solo en el centro, dice Vásquez, había más de 40 talleres dedicados a reparar los modelos más exclusivos y las marcas más costosas. Pero los relojes electrónicos, más precisos que los de cuerda, y el ingreso de modelos más baratos lograron que los especialistas desaparecieran.

Hoy Vásquez cuenta en el Cercado apenas tres talleres sobrevivientes de la vieja escuela. Para que su taller no sea la próxima víctima, también arregla calculadoras y cámaras digitales.

A Vásquez le sorprende saber que una de las marcas top de Europa ha vendido en el 2010 unos 500 mil relojes más que el año anterior, que el reloj sigue siendo allá un lujo, una pieza que define el estatus social, y que la mayoría de peruanos aquí no podría pagar, y lo sabe porque a su mesa...

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