El hombre que no debía morir

Por Milagros Leiva Gálvez

Nunca supe cuántos años tenía, tampoco se los pregunté. Una leyenda no tiene edad, solo anécdotas que permiten intuir el origen de la inmortalidad. Javier Ascue fue un mito en El Comercio y todavía no puedo creer que haya muerto en un accidente, que no haya desfallecido como el guerrero que era en una peligrosa cobertura periodística. Javier era el gato de la redacción, el reportero siete mil vidas, el hombre que no debía morir bajo ninguna circunstancia. No había muerto en Uchuraccay y había sido el primero en llegar a Huaraz en 1970 para narrar el espanto del terremoto. Compañero cábala en cualquier viaje de trabajo. Yo lo comprobé en Chachapoyas.

Recuerdo nuestras conversaciones cuando yo trabajaba en Contracorriente y él en la sección Perú (hoy Regiones). Solía darme datos de personajes raros, insólitos. ?Hazlo tú, Milita?, me decía, ?te servirá para una crónica?. Así era. Si él no cubría la historia, no se guardaba los datos y los compartía porque para él primero era la noticia, segundo la noticia y tercero la noticia.

El 9 de enero del 2003, un avión de Tans se estrelló en Chachapoyas. Javier y yo salimos a cubrir la noticia con lo que teníamos puesto. Miguel Bellido y Dante Piaggio eran los fotógrafos. Aterrizamos en Chiclayo y tomamos una avioneta. Llevábamos la delantera porque ningún otro equipo periodístico había logrado alquilar una nave y además hacía mal tiempo. Yo ni me preocupé, estaba con Javier Ascue...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR