Lo que Hollande le debe decir a Alemania

Los resultados de las elecciones en Francia y Grecia nos demuestran que la fatiga por la austeridad ya se implantó. Esto no debería sorprender. Para muchos países no existe una salida plausible a la depresión, la deflación y la desesperación. Si la unión monetaria fuese un acuerdo normal de tipo de cambio fijo, colapsaría, como sucedió con el patrón oro en la década de 1930 y el sistema Bretton Woods en la década de 1970. La pregunta gira en torno de si, por el hecho de ser una unión monetaria, se logrará algo más que solo retrasar el desenlace. La última oportunidad de generar el cambio necesario está en manos de François Hollande, el recientemente elegido presidente de Francia. Hollande afirma que su misión es darle a Europa ?una dimensión de crecimiento y prosperidad?. ¿Conseguirá este loable propósito?

La restricción fiscal no mejora los resultados en economías que se contraen. En tal sentido, la austeridad solo está provocando más austeridad. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el ratio entre deuda pública bruta y PBI no descenderá, sino que aumentará cada año desde el 2008 al 2013 en Irlanda, Italia, España y Portugal. Caerá muy poco en Grecia, pero solo debido a la reestructuración de su deuda.

Los datos más alarmantes son los del desempleo. El porcentaje de jóvenes entre 15 y 25 años que están desempleados es de 51% en Grecia y España, 36% en Portugal e Italia y 30% en Irlanda. Francia está en mejores condiciones, pero uno de cada cinco jóvenes no tiene trabajo. ¿Es posible que la población siga soportando esta situación de manera indefinida? No. Mucho más probable sería una repetición de los votos de protesta que hemos podido observar en estas elecciones. Nicolas Sarkozy fue el octavo líder de un país miembro de la Eurozona que ha sido sacado del cargo en poco más de un año.

Las perspectivas económicas son pobres. El FMI prevé que este año la economía se contraerá en términos reales en Grecia, Italia, Portugal y España, y apenas crecerá 0,5% en Irlanda. El crecimiento proyectado para el 2013 se calcula que llegará, con optimismo, a casi cero en los primeros cuatro países. Esto es políticamente peligroso. El surgimiento de partidos aún más extremistas y un creciente sentimiento de traición parecen ser inevitables. Pero también es económicamente peligroso: ¿cuántos jóvenes con mentes brillantes están tratando de emigrar hoy en día?

Algo debe cambiar y, sin embargo, todas las rutas parecen estar bloqueadas. Jens Weidmann...

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