HOJA DE RUTA PARA LA ENERGÍA SOLAR Y EÓLICA

La revolución de las energías renovables no convencionales (RER) aguarda a la vuelta de la esquina, y la mayoría de los peruanos no lo advertimos, particularmente, los candidatos presenciales, que basan su oferta electoral en el control de los recursos energéticos no renovables y finitos, como el gas natural, el gas licuado y el petróleo.

Un reciente estudio elaborado por la consultora Deloitte visualiza ese futuro que no estamos viendo: un Perú dominado por las energías renovables al 2050, en el cual es gas natural será solo un actor secundario y el petróleo habrá, muy probablemente, desaparecido como fuente de energía.

Marco Fragale, country manager de Enel, empresa impulsora del estudio, señala que, para entonces, las energías renovables (solar y eólica) deberían representar el 52% a 58% de la capacidad instalada de generación eléctrica (hoy representan solo entre el 3% y 4%), una cuota que aumentaría al rango de 82% a 88% si incluimos también a la energía hidráulica convencional, que hoy representa el 55% de la matriz de generación.

Gas y Petróleo

La hoja de Ruta de Transición Energética elaborada por Deloitte describe estos escenarios en función de la meta de reducción de emisiones de GEI (gases de efecto invernadero) pactada por el Perú en la COP 2020.

Esto quiere decir un 40% menos de emisiones al 2030.

El estudio de Deloitte va, sin embargo, más allá, proponiendo una visión de largo plazo al 2050 con un puente de transión al 2030, el cual acarreará cambios transformacionales bastante drásticos.

En efecto, la hoja de ruta prevé que para cumplir con los compromisos contraídos en la COP20, el país deberá incrementar la capacidad instalada de las energías solar y eólica a un rango de 28% a 32% para fines de esta década.

Como resultado, visualiza la creación de un ecosistema de 900 mil puestos de trabajo, atado no solo a la construcción y operación de plantas de energía renovables, sino también a la manufactura de insumos eléctricos y a la explotación de metales como el cobre, indispensable para la transición energética.

La parte delicada es que habrá que lamentar la pérdida de 300 mil puestos de trabajo en aquellas industrias que irán siendo reemplazadas por las tecnologías renovables, como es el caso de "la cadena de valor ligada al petróleo y otros combustibles fósiles, y la explotación de minerales contaminantes, como el plomo y el carbón".

Fragale segura, sin embargo, que la mayoría de estos operarios y profesionales no se quedará...

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