Historias serranas.

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

El escritor francés Stendhal afirmó que basta caminar doscientas leguas para encontrar un motivo para escribir una nueva novela. Una idea similar se encuentra en Historia de Mayta de Mario Vargas Llosa. El narrador de la novela queda perplejo al ver que, al pasar de la costa a la sierra en el tren macho, el país cambia de manera rotunda. No solo se trata de una diferencia de paisaje y de idioma. No es posible que esos mundos tan disímiles formen parte de un mismo país.

Los países, sobre todo uno como el nuestro, son en realidad comunidades imaginadas. ¿Es todo país una abstracción desvinculada de la situación real de los territorios? ¿Es producto de un convenio creado por los poderosos? Un país puede estar conformado por varias naciones y una geografía variada, difícil, llena de contrastes. El caso del Perú y su multiplicidad de razas, lenguas y cosmovisiones corrobora que la realidad es imposible de ser representada con conceptos de índole política, económica o sociológica. El lenguaje, pese a los esfuerzos de tantas plumas que han batallado siglo tras siglo, siempre resulta insuficiente e inexacto para reflejar la sustancia real.

Más allá del mar y los arenales, más allá de las estribaciones y los abismos, se encuentra la sierra. Detrás de las maravillas turísticas que nos ofrece esta región, acallados por los bombos del tan promocionado auge económico, los peruanos de esas tierras enfrentan situaciones cotidianas que el resto...

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