Los héroes más odiados

Por daniel goya

Una familia sale del cine. Es de noche y está oscuro, el callejón es el camino más rápido, pero no el más seguro. El padre toma las manos de su esposa y de su hijo que no pasa de los 10 años. De pronto, un hombre que parecía aguardar desde las sombras se les acerca. Les apunta con una pistola y exige dinero. Y allí estás tú, viendo la escena desde lejos, pero con claridad. Sabes que puedes ayudarlos. Sabes que puedes evitar que ese chico se convierta en un huérfano más. Pero dudas, no sabes si intervenir o no.Luego de unos segundos te decides: saltas una distancia de 30 metros en un segundo. Aterrizas al lado del delincuente con tu mano, bloqueas el cañón de la pistola que se dispara inmediatamente contra ti pero tu mano la detiene. Miras fijamente al asaltante y haces que se desmaye. Salvaste al niño, al padre y a la madre. Pero ahora ellos te miran con más miedo y horror que al delincuente cuando les apuntaba con el arma cargada. Tiemblan frente a ti. Piensas que algunas cosas nunca cambiarán y te das media vuelta. Das un paso, dos y de pronto el niño de 10 años que estaba por convertirse en huérfano te grita: ?¡Mutante asqueroso!?.?No son como los demás?En la génesis de los superhéroes modernos siempre estará el Superman de Jerry Siegel y Joe Shuster: cabello engominado, estatura elevada, dientes perfectos y pectorales delineados. Honesto, bueno, justo, incorruptible, no bebe, no fuma y no baila pegadito. El único que presumía de que uno de sus superpoderes era decir siempre la verdad.El héroe que llevaba los calzoncillos fuera del pantalón fue durante mucho tiempo el prototipo sobre el que se definieron los muchos y diferentes héroes que lo siguieron. Aparecieron varios como él que imitaban sus poderes o su traje o su sentido de la rectitud o su personalidad imperturbable, tan alejada de la conciencia social del mundo que protegía. Hasta que un día llegaron los X-Men, conflictivos y conflictuados. Con problemas para aceptarse y ser aceptados. Con poderes que atemorizaban y que muchas veces no controlaban. Con defectos físicos y, algunos, con la apariencia de monstruos que asustaban a los desprevenidos.Eran mutantes, productos de la evolución. Hijos de la naturaleza injusta. Víctimas del azar biológico. No eran personas que habían pedido poderes ni la responsabilidad que conlleva tenerlos. Muchos eran jóvenes que no querían ser distintos. Se avergonzaban de su naturaleza. Sus familias los rechazaban, sus amigos los...

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