Las Hermanas Musulmanas toman el relevo

Por Francisco Carrión. Desde El CairoOnce meses después del golpe de Estado que derrocó al islamista Mohamed Mursi, su grupo ?la Hermandad Musulmana? sufre los estragos de una de las campañas de represión más feroces de su historia. Más de 16.000 simpatizantes y miembros de la cofradía ?entre ellos su guía supremo Mohamed Badía y su núcleo duro? han sido encarcelados y varios miles más han muerto en las protestas que sucedieron a la asonada. Cientos de sus partidarios han sido condenados a pena de muerte. Su amplia red de caridad ha sido confiscada por las autoridades y el movimiento islamista más influyente del mundo, que venció en los comicios parlamentarios y presidenciales organizados tras la caída de Hosni Mubarak, ha sido declarado ?organización terrorista?.Condenado a la clandestinidad, el grupo trata de sobrevivir a través de su rama femenina. Wafaa Hefni, profesora de inglés en una universidad islámica de El Cairo, es uno de los últimos otros rostros libres de la cofradía. Su abuelo Hasan al Banna fundó en 1928 la Hermandad para islamizar un pueblo que vivía bajo el colonialismo británico. Frente a la ?corrupción? de las costumbres occidentales, la agrupación defendía extender las leyes y principios del Corán y la Sunna (dichos del profeta Mahoma) a todas las esferas de la vida. ?Mi abuelo estaría muy orgulloso de ver que aún hay hombres y mujeres dispuestos a morir por su ideario?, confiesa Hefni en una entrevista exclusiva a El Comercio.?Es evidente que la represión ha causado mucha destrucción en nuestras agrupaciones pero la labor continúa. Lo único que ha cambiado es que una persona se encarga ahora del trabajo que antes desarrollaban dos o tres miembros?, explica la nieta desde el departamento que la organización utiliza como base de operaciones en un barrio capitalino. En una sala contigua, un grupo de mujeres celebra una reunión clandestina. ?Trabajamos mejor bajo presión?, agrega.Varios cabecillas ?aclara Hefni? han logrado escapar a los arrestos y continúan dictando las órdenes que cumple el resto de la pirámide. Rehúsa revelar sus nombres por motivos de seguridad. ?En los últimos años fuimos una organización que trabajó públicamente. Los dirigentes que eran conocidos han sido arrestados y el resto ha tenido que dejar sus domicilios y cambiar de residencia periódicamente?, relata Hefni, consciente de que la policía secreta la sigue de cerca e interroga a sus vecinos y de que su detención podría ocurrir en cualquier...

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