La helada llega a Puno en pandemia

Por Carlos Fernández Baca

A las 7:30 de la mañana, en la comunidad Jatucachi del distrito de Pichacani (Puno), el sol resplandece pero sus rayos apenas calientan el ambiente. Los bofedales y arroyos siguen congelados, detenidos por el clima.Esta localidad, ubicada a 4.690 metros de altura, está habitada por decenas de familias dedicadas a la crianza de alpacas y llamas. Habitan viviendas de adobe y piedra, en una amplia pradera sinuosa coloreada por un escaso pasto e ichu.?Así nomás tenemos que soportar el frío?, dice Felipa Ccopa, de 70 años. Ella vive en la zona junto a tres niños y su nuera.La piel en sus rostros, manos y pies luce quemada por el viento helado, ese que llega siempre a estas alturas del año. Solo que en esta ocasión el frío se suma a la pandemia del COVID-19, que en la región ha cobrado ya 28 vidas.La presencia del Estado se deja ver en la ?casita caliente? que está en construcción para la familia de Felipa, quien ocupa una habitación. ?Aunque no es tan caliente como dicen. Cuando la terminen, quizá sea más caliente?, explica la mujer.Los niños duermen con su madre en otro cuarto de piedra y adobe, con techo de calamina, donde se acurrucan cada noche para abrigarse entre sí. ?Lola, de 10 años, tenía tos durante un mes. No podíamos llevarla al puesto de salud. La curamos con mates nomás?, dice Reyna Fuentes, nuera de Felipa, quien sabe poco o nada sobre el nuevo coronavirus.Pedro Ramos, alcalde distrital de Pichacani, cuenta a El Comercio que unas 500 familias de su jurisdicción viven en esas condiciones, por lo que, con la llegada de las heladas, suelen presentar infecciones respiratorias agudas o neumonías mortales.?Necesitamos mucha ayuda. Nuestro...

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