Cuando lo hecho en casa sale más barato

Cuando llega el momento de tomar decisiones sobre en qué parte del mundo se debe ubicar una nueva planta o si se debe recurrir a un proveedor extranjero o nacional, la mayoría de los ejecutivos utiliza el modelo de flujo de caja descontado (DCF, por discounted cash flow) para evaluar sus opciones.

El problema es que el DCF generalmente subvalora la flexibilidad: cuando todo opera según lo planificado, las cadenas de suministro de las compañías son ligeras y de bajo costo; pero cuando suceden hechos inesperados son terriblemente costosas.

Usted puede evitar caer en esta trampa al complementar el análisis DCF con la valoración de las opciones reales, lo cual permite cuantificar en dólares la flexibilidad de su cadena de suministro. Esta fue la táctica que asumió Flexcell, una innovadora compañía suiza que ofrece paneles solares ligeros para las más diversas aplicaciones. Flexcell, una pequeña ?start-up? fundada el 2000, buscaba expandir sus operaciones después de que un inversionista alemán se convirtió en su principal accionista el 2006.

Al igual que muchas compañías, se vio enfrentada a una elección difícil: ¿dónde debía ubicar su nueva fábrica? Tenía tres opciones: China, Alemania Oriental y una localidad cerca de su propia casa matriz, en Suiza.

La opción de China fue descartada rápidamente, ya que habría limitado la capacidad de Flexcell de personalizar sus productos. Además, el poner rápidamente en marcha una planta lejana con nuevas tecnologías en el proceso de producción parecía ser un desafío demasiado grande.

Decidir entre Alemania y Suiza fue más difícil. Una planta en Alemania Oriental habría estado lo suficientemente cerca como para permitir un nivel razonable de personalización de los productos y habría reducido los costos de fabricación en 15%. Pero el equipo de gestión creía que era más importante tener la planta en casa.

El CEO de Flexcell, Alexandre Closset, defendió con éxito el argumento para instalar la planta en Suiza, esgrimiendo dos ventajas clave de la fabricación en territorio de ese país: la flexibilidad para manejar los tiempos de los compromisos de producción y la capacidad de gestionar los problemas directamente.

Para llegar a esta conclusión, debió mirar más allá del modelo DCF tradicional. Closset decidió tratar la programación flexible como una posibilidad de postergar la producción: si su planta estuviera en Suiza, podría posponer los compromisos de producción y de inversiones por varios meses, durante los...

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