¿Qué hacer con La Parada?

Por Raúl Castro. Periodista y antropólogo

Con el cierre de La Parada iniciamos una nueva etapa para la ciudad, anunció la alcaldesa días atrás. Ciertamente. Pero no vamos a poder dar vuelta a la página si es que antes no enfrentamos con firmeza a las organizaciones del crimen que dominan la zona: los cárteles de los cerros El Pino, San Cosme y alrededores, desde donde se ejecuta el grueso de la economía ilícita de Lima.

Ningún proyecto de renovación urbana, como el que se está gestando para La Parada, podrá prosperar si antes no se elimina el vasto y amenazante sistema de delincuencia organizada que está ahí vigente. Por ejemplo, los ?apretadores? que cobran cupos a las actividades comerciales. O los ?reponedores? de piezas de carros: los amigos que te atienden en la avenida México y te venden el mismo parabrisas que te acaban de robar.

?Ya tu sabes cómo es?, te dice tu caserito, a vista y paciencia de la policía, y mientras pagas una buena parte de su jornal, lo que a su vez mantiene activo el circuito de servicios delictivos al que malamente nos hemos adecuado.

El dominio de los cárteles es tan fuerte en estos barrios que es posible equipararlo al que ejercen también sus similares brasileños en las famosas favelas: los precarios asentamientos urbanos de Río de Janeiro o Sao Paulo desde donde operan los mayores asaltos y el tráfico de drogas de la ciudad.

Si bien no vemos en los cerros de La Victoria, aún, los guetos armados hasta los dientes que hicieron célebres a las favelas en el cine, sí tenemos en ellos las redes de intercambio clandestino de bienes y reglajes, el comercio de estupefacientes y lo más alarmante: las escuelas de iniciación...

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