Hacer justicia y educar

Por Roxanne Cheesman. Historiadora económicaTodos respondemos de manera automática con el nombre de la calle en que vivimos cuando piden nuestra dirección. Pero ¿hemos reflexionado acaso sobre el significado que ésta tiene? Un nombre que identifica una parte de la ciudad y agrupa a decenas de familias debería representar un hecho importante pues contribuye a la idea de ciudad o de país que tenemos. Es parte del imaginario social, una suerte de educación ?peripatética?, caminante.Hay nombres de calles que recuerdan lugares como Abancay, Ica, Huallaga, etc. Son los nombres topográficos y sin ser conscientes de ello, nos remiten a la geografía y a la diversidad histórica y regional del país, aunque los municipios raramente informen las características de esos lugares.Otros nombres aluden a hechos históricos: Ayacucho, por la gran batalla; Tarapacá, a la victoria peruana, Angamos, Junín, Arica, etc., son tan eficaces como un monumento; y otras calles tienen el nombre de héroes. En ocasiones, se honra a personajes ejemplares, pero poco conocidos. Ejemplo, en Miraflores hay avenidas con nombres de héroes de la batalla del 15 de enero de 1881: Juan Fanning, Narciso de la Colina, Arias Aragüez, José Gonzales, el niño Manuel Bonilla, etc.Pero inmerecidamente, muchas calles, sobre todo en distritos nuevos, se usan nombres de familiares de los funcionarios o alcaldes que las bautizaron. En otras figuran los apellidos de los propietarios, esposas o hijos de los terrenos urbanizados. Y los residentes contestan automáticamente con esos nombres como si de héroes epónimos se tratara. Hasta allí podría parecer este acápite un...

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