Guerreros de la historia, defensores de identidad

Por Javier Lizarzaburu

A sus 32 años, Fernando Risco era un joven profesor de Historia cuando ese 1 de marzo de 2004 entró por primera vez a su escuela, el I.E. 1263 Puruchuco. Cuál no sería su sorpresa al enterarse de que esas 12 aulas de apariencia precaria habían sido levantadas a mano, en una semana, en tarea comunal, por los mismos padres de familia.

La sorpresa solo creció en intensidad al dar otro paso: la escuela estaba dentro del segundo cementerio inca más grande del Perú. Los padres, que habían migrado de la sierra, acababan de invadir esa zona sin saber que era terreno intangible. Para ellos solo contaba una cosa: que sus hijos empezaran la escuela. Y Fernando supo que se hacía cargo de un grupo diferente.

Ocho años después, con menos pelo, el profesor Risco sigue manteniendo la sonrisa contagiosa con la que aparece en las fotos de antaño. ?Ellos identifican ahora el patrimonio como una herencia de su pasado que deben cuidar?, explica, sintiéndose contento con la tarea. Su colegio queda en el cerro Mayorazgo, exactamente del otro lado del palacio inca de Puruchuco.

EXPERIMENTO MILENARIOFernando Risco forma parte de un puñado de maestros que en los últimos años empezaron, sin proponérselo, un original experimento educativo: crear vínculos entre la población estudiantil y las huacas vecinas a sus colegios. En principio, para enseñar una historia más vivencial.

En realidad, era una manera de responder al dilema de encontrarse con limeños que crecían desarraigados; sin nexos fuertes con los pueblos de origen de sus padres; sin conocimiento de la tierra en la que estaban viviendo; y en medio de un proceso cultural que encontraban homogeneizante.

Estos profesores de Historia empezaron, cada uno de manera aislada, una propuesta educativa que iba más allá de la enseñanza tradicional. Coincidentemente, la mayor parte de los 350 sitios arqueológicos que ?se calcula? tiene Lima se encuentra en zonas que fueron invadidas en las últimas décadas y que hoy forman el perímetro urbano.

El profesor Edgar Quispe, de Carabayllo, ve en la defensa del patrimonio un modo de promover un sentido de pertenencia. Y he allí una idea clave en este proceso: que a través de sus clases se forje una relación con el patrimonio que lleve a generar sentimientos de pertenencia y orgullo entre sus alumnos.

Quispe señala que si en el futuro alguno de estos chicos aspira a un cargo público, ya sea alcalde o regidor, ?es bueno que conozca su distrito, porque muchas...

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