Guerrero y capitán

Por Elkin Sotelo

Queda una esperanza para el Perú: se llama Paolo Guerrero.

Ayer ha tenido la cinta de capitán y no hay forma de sacársela. Nadie la merece más que él. La ganó con absoluta limpieza y por decreto popular, a pesar de las derrotas. Se fajó contra los mejores del mundo, los obligó a retroceder y los hirió. Logró que el honor de los peruanos tome el avión de regreso a casa y no quede rifándose entre los uruguayos.

ComprometidoPorque Paolo juega y ?guerrea?. Ese coctel que no todos saben preparar. Lo más importante: tiene gestos. Su gran mensaje es la propia conducta que manifiesta ante los partidos. Se cuida. Entiende lo importante que es para el equipo y su país. No se desgasta en frivolidades. Tiene 28 años y ostenta una madurez que lo controla en situaciones límite. Es la bandera de la selección.

Cumple las labores que el técnico le da. Se recostó por la izquierda, dejó en el área a Fernández, pero no...

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