La guerra contra el fuego equivocado

AutorStephen J. Pyne

TEMPE, ARIZONA – La manera más simple de describir la situación del fuego en el mundo es esta: hay demasiado fuego del tipo malo, demasiado poco del tipo bueno y demasiado en términos generales. Los fuegos malos son aquellos como el incendio que en estos días mató a 19 bomberos, aquí en Arizona, o como los que cubrieron el sudeste de Asia bajo un manto de humo, arrasan ciudades, contaminan ecosistemas con efluentes y arruinan biotas al arder en el momento y con la intensidad más inoportunos. Los fuegos buenos son los que brindan un servicio ecológico, al modificar con sus llamas los paisajes en forma adecuada y sin salirse de sus límites.

Paradójicamente, al mismo tiempo que es probable que en el planeta no haya suficiente fuego, los combustibles fósiles nos garantizan que haya demasiada combustión. En términos generales, al mundo desarrollado le falta fuego del bueno y a los países en desarrollo les sobra fuego del malo. Y casi todos los observadores predicen que esta situación se mantendrá durante los próximos años.

El modo de encarar este problema depende de cómo lo definamos. La paradoja del fuego surge de su capacidad, única entre todos los procesos naturales, para cambiar de forma. El motivo es simple: el fuego no es una criatura, ni una sustancia ni un fenómeno geofísico (como un huracán o un terremoto): es una reacción bioquímica, una síntesis de todo lo que lo rodea. Su carácter depende del contexto.

El fuego integra todo lo que encuentra a su alrededor: el sol, el viento, la lluvia, las plantas, el terreno, los techos de las casas, los campos, todo lo que la gente hace o deja de hacer. Por eso es un indicador del estado de un ecosistema. También es una marca exclusiva de nuestra especie, algo que ninguna otra criatura aparte de nosotros puede hacer. Aunque el fuego no es invento nuestro (ha sido un elemento integral de la Tierra desde hace más de 400 millones de años), ejercemos el monopolio de su uso controlado.

Por todas estas razones, el fuego es universal, inasible y difícil de someter a formas manejables. No hay una solución al problema del fuego, porque hay muchos tipos de fuego, que cambian según el contexto. Algunos problemas generados por el fuego tienen soluciones técnicas: podemos construir máquinas que reducen la combustión a su esencia y la contienen; podemos levantar casas resistentes al fuego; podemos diseñar ciudades de modos que impidan la propagación de incendios de un edificio al otro. Pero la única razón por la...

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