Entre la guerra y el diálogo

Por Víctor Andrés Ponce. PeriodistaQuizá empujado por la caída de la popularidad presidencial, el creciente descrédito del Congreso y la posible reactivación de la protesta social ante la desaceleración económica y la reducción del canon, el gobierno guardó la espada, renunció a la guerra que había declarado y convocó al diálogo. La rama de olivo surtió efecto y hoy los actores se disponen para una tregua. Hasta el fujimorismo acepta la bandera blanca.Siempre he insistido en que el gran problema del modelo peruano no proviene de la economía, de la sociedad y de sus sectores emergentes, sino del Estado, de la política y del espacio público. Es decir, desde dos décadas atrás, la política ha fracasado y los mercados nos han salvado. ¿Cómo explicar la ruina de las organizaciones políticas? Existen muchas aproximaciones. Desde el hecho de que, al margen de adhesiones y rechazos, las dos grandes transformaciones del siglo XX (Velasco por la izquierda y Fujimori por la derecha) se hayan realizado al margen y en contra de los partidos existentes hasta interpretaciones constitucionales y legales sobre el sistema de elección popular. Sin embargo, otro tema fundamental y quizá decisivo es la ausencia de pactos, consensos y diálogos.El Perú parece ser el país de los disensos endémicos. Por ejemplo, después del triunfo sobre Sendero Luminoso y la captura de Guzmán, el sentimiento de unidad nacional era inédito en el país. Ricos y pobres, mestizos y andinos, limeños y provincianos, habían galvanizado una voluntad común contra el terrorismo. Ni las guerras de la Independencia ni la del Pacífico habían causado semejante cohesión social. Sin embargo, la izquierda quiso imponer una versión oficial de la historia reciente y de la unidad pasamos al desencuentro. Desperdiciamos un estupendo momento de nuestra república.Si bien es cierto que las constituciones representan...

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