El guía de los cielos trabaja en la tierra

Por Abraham Taipe Ballena. PeriodistaCuando era pequeño, Jorge Merino tuvo una experiencia que marcó su niñez, y quizá toda su vida: surcó por primera vez los cielos. ?Me pareció algo fascinante?, dice. En sus antecedentes familiares no existe ningún vínculo con el mundo de los aviones, por lo que esa pasión fue creciendo espontáneamente y sin referente de por medio. Por ello, cuando tenía la edad suficiente para elegir una profesión, la primera opción fue, obviamente, la de piloto. Sin embargo, sus padres le dijeron que sería muy peligroso, que pensara en otra carrera. Y él les hizo caso.Así, optó por su segunda opción: Ingeniería Industrial. Se licenció, obtuvo su colegiatura y hasta un buen trabajo. Pero una mañana del 2000, con 30 años a cuestas, un aviso en un periódico lo llevó a tomar una decisión radical.?Vi una convocatoria para becas en el curso de controlador aéreo y fui a averiguar?. En la primera charla le indicaron que habría una serie de exámenes y que, de pasarlos, tendría que dejar todo lo que estaba haciendo. El curso duraría un año y debería asistir a clases de 8:30 a.m. a 4:30 p.m. No podía tomarlo como un simple hobby.Y eso ocurrió exactamente. Merino lo dejó todo por estar en contacto con el mundo de los aviones, su verdadera pasión. El camino no fue sencillo. Al curso postularon 200 personas y solo 14 lo culminaron. La rigurosa selección se sostenía en la gran responsabilidad de esta labor. No en vano dentro del gremio de controladores aéreos hay un pensamiento que es casi un dogma: ?Un médico es el responsable de la vida del paciente que atiende, un piloto de los pasajeros de su vuelo, pero un controlador aéreo lleva sobre su espalda la responsabilidad de cuidar de las vidas de los pasajeros de todos los aviones que están en contacto con él?. Con esa directriz, Merino asumió con compromiso y seriedad su preparación y posterior ingreso a la cancha, o en otras palabras a la torre de control de un aeropuerto local. Tareas en marchaEl primer destino al que lo llevó esta labor fue Iquitos, lugar donde se halla el aeropuerto Coronel FAP Francisco Secada Vignetta. En ese lugar trabajó durante dos años. El más grande reto que tuvo que afrontar fue ser por determinadas horas el único responsable del despegue, aterrizaje y correcto tránsito de los aviones que tenían como punto de ingreso o salida la ciudad selvática. ?Mi turno era de seis horas y...

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