Los grandes acomodos de la derecha: una entrevista a Francisco Durand.

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Francisco Durand es un sociólogo dedicado, desde hace varios años, al estudio de los grupos de poder. Es la persona que más conoce al grupo Romero, si no el más adinerado del Perú, el más poderoso. El grupo Romero tiene como norma no conceder entrevistas, salvo que sean muy escogidas y generalmente laudatorias. No los conoce personalmente. No ha podido beberse un vaso de whisky con alguno de ellos, pero sí ha transitado por las cuatro generaciones de Romero, sea en Soria, en Piura o en Lima. Actualmente prepara un libro sobre este grupo.

La preocupación principal de Francisco Durand, actualmente profesor de la Universidad de Texas, en San Antonio, es el impresionante crecimiento de las corporaciones y la intervención del poder económico en la política y en la sociedad. Su objetivo es llamar la atención sobre ese poder e iniciar un debate que permita entender cómo funciona. La paradoja de la situación la formula de la siguiente manera: ¿Cómo es posible que delante de nuestros ojos esté pasando un trasatlántico y que nadie lo vea?

Los inicios: Soria, Piura, Calixto Santos Romero

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¿Qué te motivó a investigar a la familia Romero?

Hace tiempo pensaba hacer un libro sobre los grupos de poder, pero quería uno que tuviera mayor difusión, que fuera más allá de los especialistas y llegara a un público amplio. Me di cuenta de que en lugar de tratar sobre los "doce apóstoles", los grandes grupos de poder en los setenta y los ochenta, era mejor hacer un libro sobre uno de ellos. Escogí el caso de los Romero, que me parece el más fascinante y que tiene interés masivo por varias razones. Una, porque tiene una larga historia: son cuatro generaciones de Romeros. Dos, porque varias partes de su trayectoria han sido relativamente bien estudiadas o, en todo caso, son más conocidas o hay simplemente más información en comparación con otros grupos, que son más cerrados; eso facilita mucho el trabajo de investigación. Tres, los Romero, sin ser el grupo más rico del Perú --probablemente los Brescia tengan más fortuna--, representan para muchos el grupo de capitalismo familiar más poderoso. Cuatro, para estudiar más a fondo el capitalismo del Tercer Mundo, y particularmente en América Latina que, como algunos países de Europa, sobre todo del sur, es un capitalismo familiar.

¿Y cómo se puede estudiar este tipo de capitalismo?

Los accionistas principales son familias propietarias y el que dirige el grupo es el jefe, que es un jefe familiar. Lo que hay que hacer es seguir a los jefes de cada generación; eso ordena bastante toda la historia del grupo. En el caso de los Romero ha habido cuatro jefes, dos españoles y dos peruanos, y en cada generación ha aumentado la fortuna. Lo interesante es conocer la historia de cómo se hace dinero en el Perú, cómo las familias administran o gerencian el uso del dinero y la propiedad, y cómo lo transfieren a la siguiente generación por una especie de acuerdo privado que se da en las mansiones. Antes de que suceda la muerte o el retiro, ocurre la elección de un jefe y la pregunta de si esta generación va a provocar un declive del grupo o va a sufrir una crisis, salta inmediatamente.

¿En qué medida es diferente de otros capitalismos?

A diferencia del capitalismo familiar, el capitalismo moderno está en manos de gerentes altamente entrenados, con empresas de mucha dispersión de la propiedad, y donde no hay un problema de sucesión. Se busca al gerente más capaz y si ese gerente no da resultados, lo cambian por otro.

En el caso de las familias, el problema es que a medida que van pasando de generación en generación, el talento familiar puede terminar fallando y no es fácil hacer cambios porque se altera todo el equilibrio familiar. A eso le llaman efecto Buddenbrook, esa novela de Thomas Mann en la que a la cuarta generación se dan una serie de circunstancias familiares y de mercado que llevan a la casa comercial Buddenbrook al declive. Todo ello genera una expectativa de que los grupos capitalistas familiares tienden, tarde o temprano, a sucumbir. Y la cuarta generación es como un número mágico; ese es el caso de los Romero.

Por lo general las herencias se dividen y se pierde esa cohesión grupal. ¿Cómo hace la familia Romero para conservar el patrimonio a través de las generaciones?

Por acuerdos de familia. Ciertamente hay fortunas y negocios privados, y propiedades de los distintos miembros de la familia, pero lo central son las acciones de las distintas ramas en las principales empresas del grupo. El acuerdo es: tú con tu plata haz lo que quieras, pero las acciones del grupo las tenemos que mantener unidas delegando la capacidad de decisión a un jefe. Ese jefe continúa mientras se expande la fortuna. No les conviene separarse. Pero en cada sucesión existe el peligro de que se pierda la unidad familiar de la propiedad.

¿La legitimación del jefe está condicionada a la expansión de los negocios?

Así es, y viceversa. Las metidas de pata, los errores, las fallas de cálculo y las eventuales caídas generan una crisis familiar. Eso todavía no ha ocurrido con los Romero, pero sucedió con los Lanata Piaggio, de la cervecería Pilsen. A fines de los ochenta, Gabriel Lanata Piaggio cometió personalmente, como jefe, una serie de errores en el manejo de la cervecería que llevaron al grupo a un declive, a una crisis. Finalmente se le reemplazó por un triunvirato de primos que no logró reflotar Pilsen y terminaron vendiéndola a los Bentín. Luego cada rama de la familia Lanata Piaggio o Sissa Piaggio terminó cobrando su parte: unos compraron casas en Kapala, otros se fueron a España, abrieron negocios, algunos dieron resultados, otros no.

¿Cuáles serían los grupos familiares más fuertes, además de los Brescia, los Romero, los Miró Quesada?

Se puede hacer una distinción entre grupos establecidos, muchos de ellos de origen peruano de clase media o aristocrático como los Bentín, o de inmigrantes como los Nicolini, los Piaggio o los Romero. Italianos casi todos.

La italiana era la colonia más numerosa en el Perú; españoles eran muy pocos. Esos son grupos de clase media o de origen europeo que entraron rápidamente a la clase media y luego ascendieron. Y después están los grupos emergentes de origen provinciano o popular que empiezan a aparecer a fines de los ochenta, con los Wong, que es el primer gran grupo emergente, También tenemos a los Rodríguez de Arequipa, de Gloria. Ahora hay una serie de grupos de origen popular, algunos con fortunas claramente determinables y otros con fortunas de origen desconocido o dudoso.

¿Todas son así o solo las de los jóvenes populares emergentes? ¿En las otras se puede distinguir un origen más limpio, legal?

En las de los grupos establecidos, sí. Aunque han ocurrido casos y cosas en las que uno puede tener dudas sobre si se comportaron éticamente, pero en general son fortunas hechas legalmente. Con apoyo del Estado o municipalidades, pero eso era legal. En otros casos, hay emergentes que lo han hecho a punta de esfuerzo propio, sobre la base de la cohesión familiar y una gran capacidad de negocios en momentos de crisis y cambios. Pero también hay otros en los que se sospecha muchísimo que su origen son las economías delictivas: el narcotráfico, el contrabando.

El grupo Oviedo, por ejemplo. ¿Qué sabes de ellos?

Sobre ese grupo, como en el caso del grupo Huancaruna y otros, hay dudas, hay una especie de leyenda negra. La pregunta es cómo han podido acumular dinero tan rápido, porque no se conoce bien cómo empezaron. En el caso de los Romero, todos saben cómo empezaron. Igual los Nicolini, con su panadería, que luego se convierte en fábrica de harina y después en imperio.

Oviedo es del Cusco y...

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