Golpe y fuga

Hasta el día anterior, martes 6 de diciembre, Pedro Castillo parecía confiado de que el Congreso no alcanzaría los 87 votos necesarios para vacarlo. Por la noche participó en una reunión de ministros que definió las líneas generales de su exposición en el hemiciclo. Faltaba pulir los argumentos de descargo. Más tarde recibió al exministro Iber Maraví, quien, por el contrario, lo encontró pesimista. A las 11:37 a.m. del miércoles el jefe de asesores, Luis Alberto Mendieta, entregó en su despacho la última versión del alegato. Pero, en ese momento, ya tenía otro texto para leer, que fue transmitido públicamente a mediodía. Castillo, que es ágrafo, no lo escribió. En el mensaje que anunciaba el cierre del Congreso y otras medidas dictatoriales, estaban las palabras ?prensa corrupta, cínica y mercenaria?. Fueron los mismos términos que empleó el entonces primer ministro Aníbal Torres el pasado 9 de setiembre, en una conferencia de prensa. La exactitud delata al redactor del discurso.Aquella mañana, Castillo actuó bajo la hipótesis de que los intentos por vacarlo tendrían éxito. Su estabilidad dependía principalmente de los 15 parlamentarios de Perú Libre. Aunque a primera hora su vocero, Flavio Cruz, declaró que votarían en bloque contra la destitución, y lo mismo había anticipado Vladimir Cerrón, el secretario general del partido, no había certeza de que un acuerdo adoptado días atrás fuera cumplido por todos. Trascendían algunas discrepancias entre ellos. Por otra parte, Castillo no tenía certeza del comportamiento de los oportunistas de Podemos Perú y Somos Perú, entre otros, que solían acompañar al oficialismo. Al presidente le había caído mal que estos flotantes y sus más próximos de la Bancada Magisterial votaran sin excepciones para archivar la acusación constitucional de la vicepresidenta Dina Boluarte, el lunes 5. Habían desoído sus mensajes para que no lo hicieran. Ella ya estaba expedita para reemplazarlo si lo vacaban.Perú Libre quería otro Gabinete. Cerrón había anticipado que su partido no votaría a favor de darle la confianza a la nueva primera ministra, Betssy Chávez, cuya destitución como titular de Trabajo apoyó en mayo pasado. Igualmente les era ingrato su antecesor en el cargo reconvertido en jefe de asesores, Aníbal Torres, que continuaba con el mismo poder en Palacio de Gobierno. Por lo demás, Cerrón le jalaba las orejas de cuando en cuando a Castillo desde su cuenta de Twitter. Las relaciones entre los exaliados no eran...

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