El gol que cambió el ánimo de un país

Nunca un gol dio tantos dividendos ni resultó tan providencial. Fue el de Farfán a Chile. No lo merecía el Perú. La roja había sido un poco más al cabo de la contienda. Pero revirtió todo ese gol postrero. Le cambió el ánimo a todo el país, dejó al Perú en una posición expectante en la tabla. Aprovechó casi al máximo su oportunidad de oro: perdieron Chile y Venezuela, igualó Uruguay y se arrimó a los puestos de clasificación. Con dos agregados: ganarle a Chile –por lo que significa el Clásico del Pacífico– retempla el espíritu. Y porque pasó con éxito el hecho de jugar sin Paolo Guerrero, su goleador, su alma, su bandera. Pero que no se engañe el Perú. Debe mejorar muchísimo.

¿Y LA GENERACIÓN EXCEPCIONAL?

Chile está aún, y pese a todo (perdió sus últimos cuatro partidos), en buena posición para luchar por la clasificación. Pero a esta altura queda claro que su mentada "generación excepcional de futbolistas” no existe. No se ve un solo jugador de verdadera clase en la roja. Un espejismo que engaña en muchas partes. Todos creen tener ‘una camada excepcional’. El trabajo de los empresarios en materia de imagen y las operaciones mediáticas generan estas distorsiones. Su arquero Bravo es muy bueno, los demás son comunes. Con todo, Jorge Sampaoli va a mejorar la prestación chilena, sin la menor duda. Ya la potenció en Lima (el Perú le ganó de milagro), pero los puntos perdidos no se recuperan. Y lo más inquietante: al renunciar Suazo, perdió al goleador.

LA GENTE FELIZ

El apabullante y estético 5-0 de Colombia tiene un efecto colateral magnífico. Proporciona una moraleja: jugar bien hace feliz a la gente. No es imprescindible haber estado en Barranquilla para imaginar el ambiente festivo, la alegría popular, la felicidad en su estado más genuino. Y no solo allí, la gente en los bares, en sus casas, en todo territorio colombiano donde hubiera un televisor, y en miles de hogares colombianos en el exterior.

Todo responde a una verdad indiscutible: ganar entusiasma, jugar bien emociona, da orgullo. La diferencia parece insignificante, pero es abismal. Solo el fútbol es capaz de generar estados de emoción tan fuertes. Sobre todo si se juega bien. ¿Qué es jugar bien? Todo el mundo lo sabe.

Los estultos acuñaron la desafortunada frase ‘prefiero jugar mal y ganar’, como si hacer las cosas feas fuera el requisito para alcanzar la victoria, cuando es todo al revés. Hasta hace poco Colombia jugaba mal, y perdía.

Alguna vez la casualidad mete...

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