El genio

Por enrique planasMomentos antes, su galerista había pasado por su estudio en Miraflores. El artista la veía en silencio hablar con sus asistentes, antes de elegir cuáles cuadros ella subirá a la camioneta. Emilio Rodríguez Larraín veía partir su obra, sin amor, hacia la galería. Poco después, empecé a interrogarlo. Acompañaba al pintor Manuel, su hijo, para facilitar el diálogo. ?¿Cómo elige los cuadros que van a una exposición??, pregunté. ?No los elijo ?dice?. Viene la galerista y se los lleva?. ?¿Imagina el criterio que la galerista utiliza para llevárselos??, repregunto. ?No me importa un carajo?, me respondió.Es agosto del 2010 y el pintor inauguraba una nueva muestra en la galería Lucía de la Puente. Y aunque sabía que a Rodríguez Larraín le gustaba evadir a los periodistas, intenté continuar aquella entrevista. Le pregunté por la combinación entre la técnica y el color en sus cuadros, si había una parte dejada al azar en cada uno de sus abstractos. ?Nunca me siento a pensar?, afirmó. La entrevista recién empezaba y yo me sentía fracasar. Opté, entonces, por buscar anécdotas para animar al artista. ?Usted fue amigo de Joan Miró. ¿Hay en su obra actual algún recuerdo de esa amistad??, pregunté. ?Yo era amigo suyo. Y él quería que yo me case con su hija para tener nietos altos?, dijo el pintor, riendo para sí. Su hijo intervino para ayudar. Le recordó: ?Papá, tú siempre dices que hablas con tus cuadros??. ?¿Y está de acuerdo con eso??, intervine. ?¡Claro!?, respondió, como si fuera la cosa más obvia. ? Y cuando conversa con el cuadro, ¿qué obtiene?? No sé. ¡El cuadro no me contesta nunca! Su hijo vuelve a intervenir: ?Papá dice que el cuadro le dice qué hacer. Él siempre le guía, es una forma de sentir el abstracto?, me explica. Pero el viejo maestro no responde. Solo observa. Elegí, entonces, una pregunta grave: ?¿La soledad le hizo tomar muchas decisiones en su vida?Por primera vez, don Emilio reflexiona. ?Sí, seguro?, dijo. ? ¿Como cuáles?? No sé. Haces preguntas bien jodidas tú.?Y usted no quiere contestarlas ?añadí.El pintor empezó a reír de buena gana. Al otro lado de la mesa, creí entonces que podía sacarle algo al final del diálogo. ?¿Frente a un cuadro terminado, experimenta una sensación de triunfo o de fracaso??Triunfo, fracaso, ¿quién decide qué cosa es una u otra? Muchas veces el público trata pésimo a los grandes pintores. ¡No saben ni un carajo! ¡Todo es una mierda! ? dijo.La entrevista termina allí. La grabadora incluía...

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