Los gatos de despenseros en cada coyuntura política

Por Juan Paredes Castro

¿Podemos creer que a la democracia peruana le bastan y sobran sus reglas de oro al cuidado del actual Congreso?

Con las llamadas ?reglas democráticas? ocurre lo que con los derechos civiles y humanos, también democráticos: simplemente, carecen de garantías.

No hay, en el Perú, reglas de oro que puedan asegurar la perdurabilidad de la democracia ni democracia que sea capaz de asegurar la perdurabilidad de las reglas de oro llamadas a darle sustento.

Es tan cierto esto que resulta muy fácil sugerir la posibilidad de que una nueva disolución del Congreso podría ser tomada con satisfacción popular, sin importar el grave retroceso y trastorno que ello pudiera generar en la institucionalidad nacional.

Sí, pues, un 5 de abril de 1992 podría repetirse. Así de frágil e impredecible es la democracia peruana y el conjunto de sus reglas de oro.

Nadie hubiera imaginado que la convocatoria de Alejandro Toledo para elegir presidentes regionales, cuando las regiones ?¡oh, absurdo!? todavía no habían sido creadas, desembocaría, diez años después, en la crisis que hoy enfrenta el Gobierno Central en su relación con el interior del país.

La manera en que presidentes regionales como Gregorio Santos (Cajamarca) y César Álvarez (Áncash) jaquean al Gobierno Central, a vista, paciencia y negligencia del Congreso y del Poder Judicial, que no atinan a establecer algunas mínimas garantías al orden constitucional, es una demostración del dramático límite de inestabilidad en el que vivimos.

No hay manera de entender que miles de millones de soles y dólares, y centenares de proyectos y decisiones sobre el desarrollo nacional sean puestos en juego por debajo de un gobierno que no puede ser el unitario que manda la...

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