Lección de gastronomía

Por Gonzalo Portocarrero. SociólogoEn los últimos años, se viene insistiendo en que una de las notas más características del incipiente carácter peruano es la creatividad. Esa capacidad para combinar ?de manera imprevista e imaginativa? ideas y/o cosas para hacer la realidad más satisfactoria. Esta atribución es parte de una apuesta por revalorar la realidad del Perú en un sentido optimista, el cual impulsa y expresa los logros económicos de los últimos años. Es difícil precisar cuánto de autocomplacencia infundada y cuánto de realidad tangible hay en esta apreciación de ser una sociedad tan creativa.En todo caso, la referencia más citada es la gastronomía. Gracias a la diversidad de ingredientes y a la fusión con distintas tradiciones culinarias y, sobre todo, a la generación de una mística, de un mito que impulsa a la innovación, el Perú ha emergido como una potencia gastronómica. En todo este proceso, el liderazgo de Gastón Acurio ha sido indiscutible. Pero en la base de este movimiento está el hecho de que en el Perú la comida, compartida y sabrosa, ha sido desde siempre el fundamento del cariño, de esa mezcla de generosidad y gratitud que da consistencia y estabilidad a los vínculos sociales, empezando por la familia.La gente desea comer rico, de manera que hay un notable esfuerzo por crear nuevos sabores y platos. También está en curso todo un trabajo de investigación y puesta en valor de ingredientes nativos y de las cocinas regionales; realidades antes ignoradas, o acaso menospreciadas. Esta recuperación de los saberes tradicionales es un hecho auspicioso, pues pone en evidencia la creciente horizontalidad de los lazos sociales y la atenuación del racismo. De hecho, esta historia es tan feliz que muchos imaginan que su protagonista más caracterizado podría ser un magnífico presidente del país. La creatividad exige una apertura que permite distanciarnos del tradicionalismo y la repetición. Innovar implica correr riesgos, apostar. Si todo esto ha sido posible en la gastronomía, habría que preguntarse por qué esta dinámica virtuosa no podría repetirse en otros campos como la ciencia, el arte y la misma vida cotidiana. Y apenas nos hacemos esta pregunta, surge la duda sobre si el milagro gastronómico es la regla o la excepción. Y la duda surge porque, en muchas esferas, el Perú es una sociedad que resiste la innovación. Es decir, nos estancamos en el inmovilismo ?aunque sea insatisfactorio? y no logramos abrirnos al cambio, a sus...

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