El garante y el garantizado

Por Héctor VillalobosLea mañana en Política aCecilia ValenzuelaEl Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. A fines de marzo del 2011, cuando los resultados de las encuestas electorales mostraban un repunte del hasta entonces rezagado candidato Ollanta Humala, su competidor Alejandro Toledo vio una oportunidad propicia para marcar la cancha de una eventual segunda vuelta y recuperar los puntos que estaba empezando a perder. ?Quiero estabilidad en democracia. Señores: no regresemos al pasado. No demos un salto al vacío?, dijo en aquel entonces Toledo en una conferencia de prensa que más parecía un mensaje a la nación. El ex mandatario, que buscaba un segundo período, advertía a la población del peligro de optar por un modelo estatista y la instaba a elegir el modelo que, según él, era representado por su opción política: el del crecimiento sostenido.Toledo repitió la muletilla del ?salto al vacío? hasta el último día de aquella primera vuelta de la campaña. Sin embargo, como por arte de magia, su temor al abismo, al chavismo y a los modelos trasnochados se disipó en cuestión de horas. El 10 de abril del 2011, casi inmediatamente después de difundirse el flash electoral que confirmaba que la segunda vuelta la disputarían Humala y Keiko Fujimori, Toledo se despojó rápidamente de su vincha y se puso el polo rojo que por aquel entonces todavía distinguía el líder nacionalista. Al final, lo único que saltó al vacío fue la carrera política de Toledo, quien cumplió para Humala el rol que Fernando Olivera cumplió para él en el 2006. Quien había ostentado durante cinco años la máxima investidura del país decidió convertirse...

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