Gabo, Harry Potter y Héctor Velarde

Por Josefina Barrón. Escritora y comunicadoraFeliz la tierra de Ud. donde hay tantos accionistas del Cielo. Con esas emocionadas palabras terminó Harry Potter su aventura de un día por Lima, hace más de cuarenta y cinco años. Y se embarcó rumbo a Valparaíso, dejando atrás una ciudad cargada de seres benditos, y a Héctor Velarde, a quien dijo lo que dijo en el puerto de la despedida: Callao.No era exactamente Harry Potter el aprendiz de mago de Hogwarts el que hasta estas orillas había llegado. Era más bien un pastor protestante, serio y metódico, sobrino del riquísimo Mister Potter que había muerto de un ataque de náuseas en el Mercado Central. Tampoco sobraban accionistas del Cielo en nuestra capital. A decir verdad, nunca fueron muchos los píos ni los santos. Más sobraban los inelegibles. Pero Harry Potter llamó accionistas del Cielo a los vendedores de huachitos, gentes de toda índole que se le aventaron encima desde que pisó tierra firme apenas llegó de Liverpool hasta que se subió nuevamente al buque y abandonó nuestras costas. En esos tiempos, cuenta Velarde que abundaba el comercio de loterías en Lima. Pero, ¿por qué los llamó de esa manera? Es que, cuando Potter le preguntó a Velarde, what?s huachito? , Velarde le respondió, y en esa respuesta está Velarde el fabulador, el fino humorista, crítico de Lima, el intelectual que nunca dejó de guiñarle el ojo a la realidad de su tiempo: Bono de Dios.Así pasaron a ser parte de un Macondo, con su salsita criolla por obra y gracia de Velarde y con la británica anuencia de Harry Potter, el zambo suertero, la mujer desgreñada con el bebe narcotizado, la cholita y un hombre medio cojo, los chicos andrajosos, los que sufrían de caracha o los que habían quedado...

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