La futura economía global

AutorCristine Lagarde
CargoAbogada y política francesa, directora general del fondo monetario internacional (FMI) desde el 5 de julio del 2011

WASHINGTON, D.C. – Cuando el mundo va a entrar en otro año con la sombra de una continua crisis económica y financiera, es necesario un panorama mas amplio de la futura economía mundial.

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Illustration by John Overmyer

Las tendencias a largo plazo están claras. Unos dinámicos mercados en ascenso desde Asia hasta Latinoamérica están adquiriendo prominencia. Los Estados Unidos y el Japón siguen siendo importantes impulsores de la economía mundial, pero afrontan importantes amenazas en materia de deuda y de déficit. Europa está pasando por un proceso difícil, pero transcendental, de reorganización e integración. Oriente Medio está transformándose ante nuestros ojos. El África subsahariana está avanzando hacia el desarrollo sostenido y creando una nueva frontera de crecimiento después de decenios de estancamiento.

Esos cambios están dando forma a nuestro futuro de forma positiva. Sin embargo, siguen existiendo considerables barreras que superar. La recuperación económica mundial sigue estando demasiado débil. En vista de que hay 200 millones de desempleados en todo el mundo, las perspectivas de creación de empleo siguen siendo demasiado sombrías y el desfase entre ricos y pobres, exacerbado por la crisis, sigue siendo demasiado amplio.

Si queremos hacer realidad el optimismo, tenemos un camino difícil por delante. Yo veo tres hitos fundamentales.

En primer lugar y más evidente, tenemos que dejar atrás la crisis de una vez por todas y sabemos cómo hacerlo: una política monetaria adaptable; un ajuste fiscal en todas las economías avanzadas que abarque planes concretos y realistas para reducir la deuda a medio plazo, pero sin socavar el crecimiento a corto plazo; completar la limpieza del sector bancario; y aplicar reformas para impulsar la productividad y las posibilidades de crecimiento. Se debe complementar todo ello con una reequilibración de la demanda mundial con miras a conseguir unos mercados dinámicos, incluidas las economías en ascenso.

Tal vez el mayor obstáculo vaya a ser la enorme herencia de deuda pública, que ahora asciende por término medio al 110 por ciento del PIB de las economías avanzadas: el mayor nivel desde la segunda guerra mundial, por lo que los gobiernos están muy expuestos a oscilaciones sutiles de la confianza. También les ata las manos, en particular cuando intentan construir la infraestructura física e institucional del siglo XXI y al tiempo respetar las promesas sociales. A esas presiones se suman las necesidades...

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