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La fuga cinematográfica enfurece a Dilma Rousseff

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Por Verónica Goyzueta. Desde Sao PauloLa furia de Dilma Rousseff por los comentarios del diplomático brasileño Eduardo Saboia, que ayudó a un asilado boliviano a fugarse de la embajada brasileña en La Paz, muestran que la crisis está lejos de acabarse con la renuncia forzada del canciller Antonio Patriota. Además de la conversación pendiente con Evo Morales, que quedó para hoy, Dilma Rousseff enfrenta cuestionamientos de la oposición sobre la acción y la política externa de su gobierno, que no siempre se muestra clara. Saboia, encargado de negocios de la embajada brasileña en La Paz, organizó la fuga cinematográfica del senador de oposición boliviano Roger Pinto Molina, que estaba asilado por Brasil durante 455 días. Saboia cruzó en 22 horas 1.600 kilómetros desde La Paz a Corumbá (Brasil), en un auto que casi se queda sin gasolina, escoltado por marineros brasileños, sin, supuestamente, comunicar a la cancillería. El episodio provocó una crisis diplomática con el Gobierno Boliviano y la renuncia del canciller brasileño. ?No hay ningún fundamento en creer que un gobierno en cualquier país del mundo acepte someter a la persona que está bajo asilo a riesgo de vida?, declaró la presidenta, que no escondía su furia ni su irritación por la fuga de Pinto. La furia de Rousseff se explica por un comentario de Saboia, que en entrevista a ?O Estado de São Paulo? comparó su situación a la de un carcelero del Doi Codi, órgano de represión de la dictadura militar en cuyas dependencias la presidenta fue presa y torturada en la década del 70. ?Era un desgaste, un riesgo, no solo para él, sino para la embajada. Usted no sabe el ambiente que es tener a un preso a su lado. Yo me sentía un agente del Doi Codi. No tengo vocación para ser agente penitenciario?, declaró Saboia. ?Un Gobierno no negocia vidas, un Gobierno actúa para proteger la vida. Nosotros no estamos en ninguna situación de excepción, no...

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