Un fraude supremo

Por fernando vivas

La primera semana de octubre, el juez supremo sabía que se jugaba su biografía, que el Congreso no lo blindaría, que sus colegas del PJ lo masacrarían porque no les quedaba otra e iría preso. Tomando un respiro en medio de la desesperación, decidió fugar. Como si fuera una parada para comprar provisiones y distraer a la vigilancia, fue el viernes 5 en el Congreso, a defenderse por puro formulismo, porque era fácil prever que la pantalla electrónica se pondría verde a favor de quitarle su inmunidad y pueda ser procesado por patrocinio ilegal, negociación incompatible, tráfico de influencias y pertenencia a una organización criminal (otro respiro dentro de su calamidad: ese último delito no se lo imputó la mayoría parlamentaria a los otros defenestrados, con lo que quedó líder de una organización vacía, y así lo vieron los españoles, que ignoraron ese crimen, el más serio, al responder el pedido de extradición. Ergo, no se lo podrá juzgar por ello).Pero su cabeza no estaba en el hemiciclo, sino en la ruta terrestre que le esperaba, de un solo tiro, hasta la frontera con Ecuador; estaba en la incertidumbre de si lograría pasar los controles; en su hija Sandra que lo esperaba en España y que le iba a pagar, recibiéndolo prófugo, todo lo que él hizo por ella.?Alas, César?Y su cabeza también estaba en pulir su propio perfil. ¡Qué cuajo! En medio de su plan de fuga, Hinostroza dejó el esbozo de su propio compasivo y pendenciero perfil. Grabó una entrevista biográfica con Fernando O?Phelan, de la ONG Pro Justicia, para contarnos esto: que terminó el colegio en su Jauja natal y, a los 16 años, en 1973, viajó a Lima a postular a San Marcos. En 1981, se hizo abogado, en el 82 estuvo en el Ministerio Público y en 1983 empezó su larga carrera en la judicatura. Que sintió que no lo querían cuando, joven aún pero con visibles cualidades, osó postular a juez superior y luego supremo.Nótese el discurso del profesional que se sabe discriminado por su origen y que, gracias a un excepcional talento ??un error de la estadística?, diría Alejandro Toledo?, logra salir adelante. Por supuesto que la discriminación disminuye oportunidades y derechos de millones, pero Hinostroza enarbola ese lamento para justificar las sospechas y las acusaciones de inconducta funcional a las que respondió en su momento, pero le arruinaron su afán de presidir la Corte Suprema.Antes que víctima del racismo, fue un ventajista de la justicia. Además, la coartada...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR