El FMI debe hablar sin temor sobre la dura verdad de los males de la Eurozona

Sin sacar conclusiones prematuras, parece poco probable que justamente ahora la respuesta oficial a la crisis de la Eurozona sea colocada como ejemplo del modelo que deben seguir los futuros gobiernos.

La semana pasada, el rol que cumple el Fondo Monetario Internacional (FMI) recibió una ola de desdén debido a la publicación de una carta de renuncia de Peter Doyle, veterano con 20 años de experiencia en el Fondo, que fue obtenida por CNN, en la cual acusaba a la organización de no haber advertido sobre la crisis a causa de una parcialidad pro-europea y una ?aversión al riesgo analítico?.

El FMI no solo falló en hacer sonar la alarma con cierta antelación, sino que la nueva crisis en España y el probable aumento de un descomunal rescate financiero, le dan un carácter de urgencia a la acusación hecha de que la participación financiera del Fondo en los rescates de Grecia, Irlanda y Portugal han perjudicado su capacidad de hablar en público con franqueza sobre la Eurozona después de dicho suceso.

No sería la primera vez que el FMI ha ocultado las inquietudes sobre los países cuyos programas de rescate están fallando de manera evidente, siendo el ejemplo más notorio el préstamo catastrófico que el Fondo otorgó en el 2001 a Argentina en los años previos al incumplimiento de la deuda soberana de ese país.

La resistencia del FMI de aceptar la culpa por precipitarse a una crisis alienta a este a mantener el flujo de capital incluso a costa de los daños a largo plazo a su legitimidad. Además, existen los conflictos de interés entre los países accionistas del FMI que son aliados políticos o acreedores financieros del gobierno prestatario. Por ejemplo, después del incumplimiento argentino del 2001, un grupo de gobiernos accionistas encabezado por España, Italia y Francia instaron a la administración del FMI a reiniciar el otorgamiento de préstamos a Argentina, causando la indignación de algunos miembros del personal del Fondo.

En teoría, existe una clara diferenciación organizativa entre el personal y la gerencia del FMI ?incluyendo al director gerente, actualmente Christine Lagarde? por un lado, y al directorio ejecutivo del FMI de los países accionistas del FMI, por el otro. En la práctica, la cultura de consenso a menudo se filtra a través de la división. La mayoría de los votos del directorio son unánimes y la gerencia no se atreve a proponer un curso de acción sin saber de antemano que el directorio le dará su apoyo. De esta manera, el análisis de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR