¡Feliz Covidad para todos!

Por MarioGhibellini

Esta semana los peruanos hemos terminado de despertar a una realidad que ya nos temíamos: la historia que nos vendió el expresidente Vizcarra sobre la llegada de una vacuna que el primer trimestre del próximo año alcanzaría para inmunizar al personal de ?primera línea? en la lucha contra el COVID-19 ?y hasta a los miembros de mesa de las elecciones de abril? era un embeleco. La verdad es que mientras otros países de Latinoamérica, como Chile o México, empezarán a vacunar a su población este mismo mes, nosotros no estamos ni siquiera oficialmente en una cola que nos permita afirmar que recibiremos un contingente importante del suero protector en el segundo semestre del 2021.La noticia, por supuesto, ha provocado una mezcla de ira y desesperanza que arruina cualquier asomo de espíritu navideño que pudiera haber estado germinando en los sobrevivientes a la multifacética peste del 2020. Pero eso no puede confundirnos acerca de la identidad del individuo sobre el que esos sentimientos deberían ser volcados.La cosa es sencilla: el principal responsable de la situación en la que nos encontramos es, sin duda, el ya mencionado ex jefe del Estado. No solo por las funciones que en cualquier caso le habrían concernido en el combate contra una pandemia, sino porque, al inicio de esta en particular, hizo gran alarde sobre el minucioso liderazgo que estaba asumiendo en el frente de batalla. Y si se ocupó de dejar en claro que estaba gestionando lo pequeño, no tiene cómo desentenderse de la gestión de lo mayúsculo.?Vacuna y vacancia?Vizcarra era, en efecto, el que hacía todo: desde decirnos cómo debíamos lavarnos las manos hasta anunciar las cifras cotidianas de contagios y muertes. Él era el que decretaba cuándo habíamos llegado a una meseta que nadie distinguía y al mismo tiempo el que amenazaba a las clínicas para que ajustaran sus precios a los niveles que juzgaba convenientes. Se quiso comer el jamón de todo lo que creyó que le reportaría popularidad y ahora le corresponde comerse también el sebo de su inoperancia.Que nos condujo a un encierro que produjo un récord mundial en las cifras de caída económica y víctimas fatales del virus ya lo sabíamos. Que para los asuntos que no tenían cabida en las encuestas nos dejó en manos de la legendaria dupla Zeballos-Zamora (titular de la proeza de demorar casi dos meses la aceptación del oxígeno donado por Southern mientras en el sur la gente moría por falta de eso mismo), también. Y ahora...

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