Al fango hay sitio.

CargoPODER Y SOCIEDAD

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Del desborde popular descrito por José Matos Mar hace ya casi treinta años, un proceso bacán, informal, emergente, pleno de euforia y vitalidad, hemos pasado a un desbordado Estado caracterizado por la peligrosa incapacidad de administrar el bien común, garantizar una salud y educación mínimas y ejercer un control eficiente de los aparatos de justicia. Es un Estado con pies de fango. Lo oficial resulta bamba. Falsificado. El Estado coloca un sello que da risa.

Se extrae, por ejemplo, una serie de cajas con información valiosa del Ministerio de Salud y nadie puede brindar una explicación sensata a la opinión pública; lo mismo ocurre en el SIN, el canibalizado Servicio de Inteligencia Nacional; el escándalo de los llamados "petroaudios" sigue a fojas cero y nos da la impresión de que es así como el gobierno desea que se mantenga; por último, el asunto de los " chuponeadores" en una investigación levantada por el diario El Comercio, corre una suerte semejante: se encuentra en salmuera, debido, quizá, a la presencia de numerosos peces gordos y a instituciones como la Marina, presentados por el gobierno como excusa válida para atascarlo y dejarlo lo más pronto posible en el olvido. La excepción es el juicio a Fujimori, llevado correctamente por la sala que...

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