Lo que nos falta

Por Carlos Adrianzén (*)Los tiempos actuales lucen complicados. A los ruidos políticos locales y sus desinfladas, debemos agregarles proyecciones de crecimiento global cada vez menores. Pero estas dificultades no solo nos inquietan; nos hacen miopes. Es necesario recuperar una perspectiva a largo plazo, pues un manejo cortoplacista aceptable no garantiza nada. La estabilidad y un ritmo de crecimiento importante (aunque solo regionalmente) pueden esconder que apenas estamos flotando.Frente a esto es necesario quebrar un mito: el crecimiento y el desarrollo son fenómenos distintos. En el largo plazo, no existe diferencia. Ningún país que crece por décadas a tasas cercanas al 10% ha dejado de desarrollarse. Quienes señalan que hay una diferencia y tratan de aplicar sus creencias en el Perú enfocan en realidad episodios de crecimiento raquítico, por su escala o por su duración. Y lo hacen, además, vendiéndonos tácitamente que el desarrollo puede ser alcanzado de manera rápida, redistribuyendo ingresos (porque seríamos muy ricos) y acabando con la corrupción. Pero la realidad desprecia esta creencia. Nuestro producto por habitante no llega ni al décimo del de un país rico. No alcanzaría ni redistribuyéndolo ni gastándolo todo transparentemente. Después de más de una década de crecimiento, ¿dónde estamos hoy?Ponderando décadas en lugar de años, nuestra evolución luce contrapuesta. Es cierto: el crecimiento por habitante ?medido en dólares? ha saltado del 2001 al 2012. De hecho, una tasa de 4,6% es mucho mayor que las registradas en los sesenta (2,4%), setenta (0,9%), ochenta (-2,7%) o noventa (2,2%). Pero una década no alcanza ni ayuda el que su tasa promedio de crecimiento no llegue ni al 5%. Requerimos crecer más y por mucho más...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR