El fallo que cambió el futuro

Por Director Periodístico: Director General: Fernando Berckemeyer Olaechea Francisco Miró Quesada C.Quienes no sienten los mismos sentimientos que las personas homosexuales ni enfrentan las mismas circunstancias de vida que se les presentan a estas suelen plantearse el tema de los derechos de las parejas del mismo sexo desde una pregunta que, pese a sus muchas variaciones, en el fondo siempre es la misma: ¿Qué pienso yo sobre la homosexualidad?A pocos se les ocurre hacerse otra interrogante que tendría que ser previa: ¿Por qué es relevante lo que yo piense de un grupo de personas para saber si sus integrantes deben tener derecho a celebrar un acuerdo que solo atañe a sus partes y que en nada limita, por tanto, mi propia libertad?Plantearse esta segunda pregunta antes que la primera no requiere conocer con alguna cercanía la realidad de las personas homosexuales que desean casarse ni requiere sentir empatía hacia estas (por mucho que la empatía no debiera ser tanto pedir cuando hablamos de seres humanos).No requiere, por ejemplo, conocer a Jack Evans y George Harris, quienes, después de haber pasado 53 años juntos, se convirtieron en la primera pareja del mismo sexo en casarse en Dallas este viernes. El mismo día en que la Corte Suprema de EE.UU. declaró inconstitucional cualquier prohibición al matrimonio homosexual. Tampoco requiere hacer un esfuerzo por ponerse en su piel. No. Requiere solo un poco de humildad y de respeto. De humildad ante el misterio de la realidad íntima de cada cual y de respeto por el prójimo y su individualidad. En otras palabras, requiere sentir que ser mayoría no lo pone a uno en posición de poder juzgar la autenticidad y validez de los deseos y sentimientos que la realidad interior de cada uno pueda contener; ni, mucho menos, de impedir a otros entrar en los acuerdos que, inspirados en estos sentimientos y deseos, puedan querer celebrar. Y, sin embargo, son una legión las excusas que buscamos para vadear esta humildad y este respeto. Excusas tan pobres como omnipresentes. Por ejemplo, decimos: El matrimonio homosexual no trata solo de los homosexuales, nos afecta a todos porque significa ?la destrucción de la familia?. Esto, por mucho que es una incógnita la exacta forma en la que la posibilidad de casarse de una pareja homosexual pone en riesgo a los matrimonios heterosexuales presentes o futuros. Por lo pronto, ¿se ha destruido la familia tradicional en los países que hace ya años permiten el matrimonio...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR