Las exclusiones de la inclusión social

Por Juan Paredes Castro

La promesa de inclusión social se ha vuelto tan importante en la vida de los gobiernos que ahora no solo tiene en el Perú un ministerio enteramente dedicado a satisfacerla, sino que también ya ocupa un lugar expectante en las cumbres presidenciales.

Está muy bien que así sea, en la medida que la inclusión social represente el mejor instrumento de combate de la pobreza crítica y la mejor palanca del desarrollo humano desatendido y postergado.

Lo insólito es que por concentrarnos tanto en la inclusión social, perdamos de vista las demás exclusiones, al punto de creer que no hay nada más que incluir que lo social.

¿Acaso los partidos, el Estado y otras organizaciones e instituciones se preocupan por incluir a los ciudadanos a la política, a sabiendas de que es precisamente la política la que en el ejercicio del poder determina el éxito, mediocridad y fracaso de los gobiernos de turno?

¿Puede decirse que los partidos están incluidos en el sistema político? ¿Quién intermedia entre la sociedad y el poder? ¿Si no lo hacen los partidos, quiénes llenan ese vacío? ¿Los medios de comunicación? ¿Las redes sociales? ¿Las ONG? ¿Quiénes ejercen el papel de guardianes de la sociedad?

A la participación electoral de cada cinco o cuatro años no se le puede llamar participación política, porque los votantes no tienen manera de controlar a los elegidos y estos no se sienten obligados a rendir cuentas de nada y ante nadie. El mecanismo de representación política es un monumento al humor negro.

Cada gobierno termina siendo así más un gobierno de caudillo que un gobierno de partido. Y cada congresista de la República es todo y nada al mismo tiempo. No...

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