El euro sobrevive, pero ¿qué ha sido de los europeos?

Por Timothy Garton Ash. Historiador

"Hemos hecho Italia, ahora tenemos que hacer italianos”, afirma un viejo dicho. Hoy, después de que hiciéramos el euro, su crisis está deshaciendo europeos. Muchas personas que se sentían llenas de entusiasmo por el proyecto europeo hace 10 años están hoy regresando a airados estereotipos nacionales.

"Hitler-Merkel”, decía una pancarta que llevaban jóvenes manifestantes chipriotas hace unos días. Junto a esas palabras figuraba una imagen de la bandera europea, con sus estrellas amarillas sobre fondo azul furiosamente tachadas con unos trazos rojos. Se oyen sin cesar grandes generalizaciones negativas sobre los europeos del "sur” y del "norte”, casi como si fueran dos especies distintas.

Pero seamos serios. ¿Qué historiador digno de tal nombre puede decir que Milán tiene más cosas en común con Nicosia que con Niza o Ginebra? Vemos incluso a europeístas muy formados y preparados que dicen en público cosas sobre otros países que hace una década no se habrían atrevido a pensar, y mucho menos a manifestar. Al mismo tiempo que cada vez más partes de Europa se han ido volviendo fervientemente antialemanas, cada vez más partes de Alemania se han vuelto antieuropeas. Se cierne en el horizonte una espiral peligrosa, como un tornado en una carretera rural del medio oeste estadounidense.

Deberíamos tomar nota con alivio de las cosas que no han ocurrido o, por lo menos, no todavía ni de forma generalizada. Con la excepción de partidos neofascistas como Aurora Dorada en Grecia, la indignación de los europeos no se ha vuelto aún en contra de los inmigrantes, las minorías ni unas imaginarias quintas columnas. Los alemanes no culpan de sus problemas a unos judíos, musulmanes o masones desarraigados; responsabilizan a los inútiles de los griegos. Los griegos no achacan sus dificultades a unos judíos, musulmanes y masones que no tienen raíces; la culpa es de los despiadados alemanes.

Aun así, se trata de una situación muy peligrosa. No cabe duda de que el 2013 no es 1913. Es posible que Alemania sea la que mande en la Eurozona, pero no es una posición que hubiera buscado de antemano. A los alemanes no les preguntaron jamás si estaban dispuestos a renunciar al marco —la respuesta habría sido no—, y aproximadamente uno de cada tres dice hoy que le gustaría volver a él. Cuando hacen esa afirmación, están demostrando que no entienden en absoluto dónde están los intereses económicos de su país, pero esa es otra cuest...

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