Esquina

Por Richard Webb (*)

Quizá la esquina nos salvará. El escenario global viene complicado. Ya se siente una menor demanda para algunas exportaciones de bandera, y una más intensa competencia de rivales comerciales golpeados por la recesión mundial. Se inicia un período de prueba. Pero el empresario peruano tiene un arma especial, su ?esquina?, el aprendizaje que adquirió sobreviviendo la montaña rusa que fue la economía peruana en décadas anteriores. Empresarialmente, haber vivido esa experiencia equivale a ser un piloto que completó el rally Dakar.

La cultura empresarial es un compuesto químico de dos elementos contrapuestos, la creatividad y la disciplina. La creatividad exige la iniciativa de subalternos, cambios ad hoc en las reglas, e innovación en el producto y los procesos. La disciplina supone más bien una organización definida, cumplimiento de reglas, estandarización y respeto a la jerarquía. Las ventajas de la disciplina son mayores cuando el contexto normativo, institucional y macroeconómico es estable y predecible. Contrariamente, la creatividad y la flexibilidad adquieren importancia cuando el mundo es incierto y cambiante, como el que se viene en los próximos años.

Japón, Alemania y Chile podrían citarse como ejemplos de culturas empresariales donde el elemento de la disciplina sobresale, permitiendo el desarrollo de poderosas corporaciones atentas a la formalidad interna, la eficiencia y la reducción de costos a base de la estandarización y una organización pulida. El símbolo de ese estilo empresarial es el sistema japonés ?just-in-time?, cuyo objetivo es sacar el jugo a la puntualidad en los procesos internos. En otros países, donde el reto de la ineficiencia e inestabilidad institucional ha sido mayor, como Italia y el Perú, florece más bien la pequeña empresa, y el éxito descansa...

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