Si espero, muero

Por Carlos Alza. *

Quince personas viven con VIH y no son atendidas debidamente por el servicio de salud; hostigamiento y amenazas de muerte limitan la labor de periodistas; detenciones y desapariciones forzadas afectan a estudiantes y manifestantes; un ciudadano chino está a punto de ser extraditado con el riesgo de ser condenado a la pena de muerte en su país; pueblos indígenas no consultados están en riesgo de ser desplazados y afectados en su identidad cultural. Mientras los jueces deciden. ¿Esperamos? La justicia, lamentablemente, tarda y estando en juego los derechos de las personas, puede significar una tragedia: la vulneración irreparable de un derecho. Eso es hoy inaceptable.

Las medidas cautelares son mecanismos preventivos, expeditivos, pero también tutelares, buscan evitar daños irreparables. Los Estados asumieron el compromiso de respetar y garantizar los derechos y libertades de las personas. Por tanto, la actual discusión sobre las reformas del Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos (SIDH) no nos debe conducir a su debilitamiento, sino, más bien, a su reorganización para lograr más eficiencia y eficacia en sus procedimientos y resultados.

Sabemos que los intentos por controlar el uso abusivo del poder resultan incómodos para quien lo ejerce. Los esfuerzos por eliminar dichos controles ?hay que decirlo alto y fuerte? son expresión de la vocación arbitraria, autoritaria y antidemocrática de sus gobernantes. La CIDH dictó una medida cautelar en el 2011, paralizando la construcción de la represa de Belo Monte, realizada sin la debida consulta previa a los indígenas; a Brasil no le gustó. A Ecuador, Bolivia y Venezuela tampoco les gusta que cuestionen sus atropellos a la...

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