La esperanza pasa por el lenguaje

Por CarlosGaratea Grau

Vivimos en medio de frases. Hay frases bonitas, originales, feas; hay frases apropiadas, pertinentes, correctas; hay, por cierto, frases picantes, ácidas, dulces; hay también frases hechas. Me quedo con las últimas. Una frase hecha tiene vida propia y suele aparecer sin que se conozca su origen ni su sentido original. Por alguna razón, pierden conexión con su nacimiento, cambian con el tiempo, pero conservan su vitalidad para comunicar. ?Sin moros en la costa?, ?como Pedro por su casa? y ?sin vela en este entierro? son buenos ejemplos.Definir al Perú como ?país de todas las sangres? pertenece a este tipo de frases. Aunque todavía evoque a José María Arguedas, lentamente está convirtiéndose en una expresión en la que cabe de todo. En principio, su sentido integra y concilia diversidad con unidad en el Perú. Diversidad de lenguas, culturas, modos de hablar; diversidad de historias y experiencias; diversidad como sinónimo de riqueza y convivencia. Toda la obra de Arguedas nos pone ante ese desafío como proyecto de nación. Si convence o no, es otra discusión. Con esa frase, Arguedas mira hacia adelante, con los pies bien puestos en el presente y asumiendo el peso de una historia que, al mismo tiempo, es en nuestro país muchas historias.Temo que, en el discurso político actual, ?país de todas las sangres? empieza a alejarse de ese referente simbólico. Su prospectiva se diluye y adquiere el valor de una frase hecha que no arriesga una idea ni una reflexión sobre la pluralidad ni sobre el futuro. Cuando se confunde el...

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