Un espectáculo muy pobre

Por Simon Kuper. Columnista de deportes

Hace poco un actor se fue de Francia luego de que el gobierno intentara aumentar los impuestos para los ricos. Gérard Depardieu se mudó a Bélgica (para estar cerca de amigos, de excelente carne y del aeropuerto de París, según explicó), adquirió un pasaporte ruso y se hizo amigo de Vladimir Putin. Mientras tanto, a principios de este mes, un padre de familia desempleado se convirtió en el cuarto búlgaro que se prende fuego desde febrero, desesperado por la pobreza. Adivinen qué víctima de la crisis económica tuvo mayor publicidad.

Es posible que los medios de comunicación siempre hayan ignorado a los pobres, pero seguimos haciéndolo aun cuando la pobreza se ha convertido en el problema más urgente de los países desarrollados. Uno de cada siete estadounidenses vive por debajo de la línea oficial de pobreza, cada vez más personas sin trabajo se quitan la vida y mi colega Gillian Tett recientemente escribió acerca de un niño en Liverpool que masticaba el papel decorativo de la pared porque el hambre está aumentando en la ciudad. Sin embargo, los medios de comunicación todavía miran hacia otro lado. Soy tan culpable como cualquiera. Pero podemos cambiar.

La pobreza nunca ha sido atractiva. En el 2008, la Fundación Joseph Rowntree analizó 40 horas de televisión británica y descubrió que la palabra "pobreza” aparecía solo dos veces. Cuando la gente pobre conseguía espacios en televisión, a menudo era para ser objeto de burla en programas como los de Jerry Springer.

Se podría haber pensado que la crisis económica habría hecho que la pobreza fuese más noticiosa. "Si hay sangre, vende” es un dicho periodístico y el sociólogo de Cambridge David Stuckler descubrió fuertes incrementos en los suicidios en los países europeos golpeados por la recesión después del 2008.

Pero estas muertes en "exceso” no fueron noticia. A los pobres del mundo –2,5 mil millones de personas viven con menos de US$2 al día– se les considera aún más aburridos debido a la combinación de no ser blancos, no ser anglófonos y ser pobres. Para ser noticia, la gente pobre tiene que causar disturbios. La gente de clase media plantea los problemas por escrito mientras que los pobres lo hacen en manifestaciones. He leído columnas escritas por presos y por personas con cáncer terminal, pero nunca he visto una columna escrita por alguien que viva del seguro social por desempleo.

Este descuido no es porque los periodistas odien a los pobres...

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