"El escritor tiene que ser un tipo salvaje".

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CargoCULTURA - Entrevista

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Rodrigo Núñez Carvallo ha vivido toda su vida en un solo lugar, el mismo que ha escogido para situar su más reciente novela: Barranco, tierra de poetas, escritores, bares y lupanares. Sueños bárbaros (PEISA, 2010) no tiene nada que ver con El sueño del celta. Las dos novelas han aparecido en el mismo año y las dos comparten una ambición, una necesidad de ser escritas. Sueños bárbaros es una novela, como está de moda decir, "potente". Tiene nervio, madera, y rehúye la concepción comercial del género: es gruesa, es desordenada, habla mucho de cine; a esa novela le gusta el cine y el autor ha visto todas las películas que allí se mencionan. La novela es arrecha. Le gusta la carne. La novela recrea personas de carne y hueso, y corresponde, en grandes trazos, a la generación de los ochenta. Una generación que tuvo amigos senderistas, que se crió entre la hiperinflación y las bombas urbanas. Puede tener un cierto parentesco con esas novelas peruanas de vocación marginal o subversivas con el propio encuadre del género. Nos viene a la memoria, por ejemplo, Fata morgana de Rodolfo Hinostroza o Bombardero de César Gutiérrez. Son novelas que lo quieren abarcar todo, de color, de ambiente, sensuales, aunque la de Rodrigo Núñez se retrae como un caracol en la realidad nacional, en la realidad de Lima, ciudad que todavía brinda sus mejores jugos a sus mejores hijos. Después de leerla, le escribía su correo y fui a su depa. Queda en San Martín, cerca de la comisaría de Barranco. Solo, mas no abandonado, vive entre sus dos laptops, sus gatos, la suciedad de los días. El orden, me lo da a entender, está en la mitra. En esa cabeza pensante. En el lincoln.

¿ Llegas a la literatura un poco tarde o has ido calentando motores?

Primero hay que vivir. Esos escritores que no viven están cagados. Hay que pasar por las mil y una, sino no tienes nada que contar. Si no vives no cuentas. Puedes hacer literatura libresca, para otros literatos, que es lo que les pasa a la mayoría de los que se van a Estados Unidos, supongo.

En Estados Unidos hay una carrera universitaria, académica ...

Que yo no envidio para nada.

Los peruanos que van confunden la carrera académica con la del escritor.

Que no tiene nada que ver con la academia. El escritor tiene que ser un tipo salvaje, libre, libérrimo. La atadura de la academia ha jodido a muchos escritores. Pasar tu temporada por la universidad, bacán. Pero eso de toda tu vida dedicarla a enseñar no puede ser. Además, el escritor tiene que estar a dedicación exclusiva aunque sea por temporadas.

¿Tú vives de la escritura, de la pintura?

De todo, hermano. Un día me quedé sin chamba porque se acabó. Yo era sociólogo. Había trabajado en una ONG que se llamaba CENCA. Tenía la plena convicción desde chico de que iba a terminar escribiendo. Lo que no sabía era que iba a terminar pintando. Hice edición de revistas, desde Amauta.

¿Cómo has pensado la estructura de tu novela?

Yo no la pensé. Tenía trescientas, cuatrocientas carillas de pedazos, fragmentos, que había acumulado en siete años. Había ido apuntando posibilidades y un día me quedé desempleado y dije que ya era hora de hacer esta novela. No hay mejor cosa que el desempleo, porque me dieron una plata de unos beneficios sociales y tenía seis meses para acometer la novela.

¿Autónomos?

No, todos estaban vinculados. Había ido gestando una historia. Muchas cosas las soñé, en esa especie de ímpetu creativo. Me la pasaba todo el santo día meditando a ver qué mierda se depositaba en mi imaginación.

Yo fumo mucho troncho. Además, cuando me atoro literariamente, me prendo. Con la prendida del troncho, ufff, uno descubre caminos, se abren puertas, ventanas, se levantan los techos y ves otras cosas.

Yo le veo una cercanía con Los detectives salvajes de Bolaño. ¿Hay algunos vasos comunicantes o no la has leído?

Sí la leí mientras la estaba escribiendo. De puro azar cayó en mis manos en un viaje. Me gustó, pero me pareció que se ponía pesada por la página doscientos.

En la segunda parte.

Yo la hubiera cortado ahí. Dije yo no quiero hacer una cosa así. Sí, me parece que se desmorona. Estructuralmente es la misma historia, pero ya no tiene sentido, es un devaneo literario, hasta gratuito diría yo. Más bien, una influencia que me gustó más fue la de Javier Cercas con Soldados de Salamina. Hace una...

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