Es lo que haces

Hace unos días tuve un pequeño pero desagradable incidente, de esos que lo dejan a uno pensando. Estaba en una cafetería bastante tranquila en la que usualmente hay un televisor encendido, pero sin volumen. Al rato, entró una persona con su esposa e hijo, que, minutos después, aumentó el volumen casi al máximo. Cuando le dije que no podía dejar de escuchar el televisor a pesar de que tenía los audífonos puestos, me respondió, displicente, que el problema debía ser que mis audífonos no tenían el volumen suficientemente alto. Y debo haber tartamudeado en algún momento, porque se burló de mi supuesta tartamudez. Desconsideración, prepotencia y cinismo revelados en menos de dos minutos.Por otro lado, días atrás, fuimos testigos del despido de un locutor radial tristemente célebre por su intolerancia, homofobia y proclividad al insulto. Para decepción de muchos, fue contratado por otra emisora pocos días después, lo que revela que sus nuevos empleadores (que seguramente conocen bien su negocio) creen que existe un número suficientemente grande de gente homofóbica, discriminadora o proclive al insulto (o complaciente con estas actitudes), que seguirá escuchándolo, y de auspiciadores a quienes no les importará relacionar sus marcas con él.Mientras esto sucedía, la policía, las Fuerzas Armadas y los bomberos demostraban su compromiso con la sociedad asistiendo, en las condiciones más adversas, a los damnificados de huaicos e inundaciones. Y aunque no faltaron los inescrupulosos, miles de personas anónimas dieron ejemplo de ciudadanía organizándose para llevar alimentos, ropa y agua a las víctimas. A raíz de todo esto, me he estado preguntando qué podemos hacer nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes, para que los ejemplos de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR