Equivocarse no puede ser tan malo

No es nada nuevo decir que los líderes de negocios trabajan en entornos cada vez más inciertos. Tampoco debería sorprender que, bajo condiciones inciertas, los fracasos sean más comunes que los éxitos.

Sin embargo, no diseñamos a las organizaciones para que gestionen, mitiguen y aprendan de los fracasos. Cuando he preguntado a ejecutivos cuán rápido sus organizaciones aprenden de los fracasos, en una escala de 1 a 10, es común que me respondan con tono avergonzado: ?Dos, quizás tres?.

Todo esto nos sugiere que la mayoría de las organizaciones está profundamente sesgada frente al fracaso y no hace un esfuerzo sistemático por estudiarlo.

Los ejecutivos ocultan los errores o hacen como si su ocurrencia siempre hubiese formado parte de un plan maestro. Los fracasos se convierten en un tema tabú y las personas empiezan a tenerle tanto miedo a dañar sus perspectivas de carrera que dejan de asumir riesgos.

No argumentaré que el fracaso en sí es algo bueno. Está muy lejos de serlo, pero es inevitable en entornos inciertos y, si es bien gestionado, puede ser muy útil. De hecho, es imposible que una organización asuma los riesgos necesarios para poder innovar y crecer si no se siente cómoda con la idea de fracasar.

FRACASO UTILITARIOAlgunos fracasos resultan de experimentos intencionales, otros son inesperados. Pero todos proporcionan algo valioso: un cierto grado de fracaso puede ayudarle a mantener sus opciones abiertas.

A medida que aumenta la cantidad de resultados potenciales para un curso de acción, las probabilidades de que esa acción surta efectos empiezan a disminuir. Con una mayor cantidad de intentos, usted mejora sus probabilidades de éxito.

Esta es la lógica que impulsa a las empresas que operan en ambientes altamente inciertos, como las firmas de capital de riesgo (cuya tasa de éxito es aproximadamente entre 10% y 20%), las compañías farmacéuticas (que normalmente crean cientos de nuevas entidades moleculares antes de dar con un medicamento que pueda venderse en el mercado) y el negocio de las películas (1,3% de todas las películas obtiene 80% de lo recaudado por la venta de entradas).

Muchos emprendimientos exitosos están construidos sobre proyectos fracasados. Las computadoras Macintosh de Apple emergieron, en parte, de las cenizas de un producto llamado Lisa, que introdujo una serie de interfaces gráficas para el usuario y operaciones para el mouse que se usan en las computadoras actuales.

En situaciones verdaderamente inciertas, la...

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