Envidia, me tienen envidia...

Por Liuba Kogan (*)Los limeños tenemos una relación ambigua con la envidia; es decir, con lo que nos estremece cuando nos damos cuenta de lo que tienen las otras personas y nosotros no.Hoy más que nunca, estamos expuestos a ver ?en un contexto de importante crecimiento económico y de movilidad social? que muchos de nuestros vecinos o amigos adquieren nuevos bienes, viajan o hacen gastos antes impensados, mientras constatamos que nosotros consumimos menos, logramos menos o viajamos menos.Los dichosos y exitosos consumidores pueden adoptar dos estrategias diferentes: o muestran orgullosos y desenfadados sus nuevas adquisiciones invitándonos a casa, dándonos un paseíto en sus nuevos autos o contando las maravillas de sus últimos viajes; o, de lo contrario, cierran las cortinas de la casa y nos cuentan que en realidad no tienen mucho pero que últimamente están recibiendo remesas o que acaban de heredar a una tía lejana.Esta última estrategia ?la de morigerar la dimensión del gasto que se hace o de los logros conseguidos? responde al temor de ser envidiados y de sufrir ?eventualmente? debido al mal que otros nos deseen. ?Tu envidia es mi progreso? se lee en muchas combis, como un modo de repeler la mala onda de los envidiosos. Tememos que ?nos ojeen? o que ?nos salen? porque nuestro éxito supondría que le quitamos al otro una oportunidad. A esto se le llama la ?suma cero? en un contexto de bienes limitados. Es decir, te envidio porque al tener tú me quitas la oportunidad a mí, ya que ambos no podemos tener la misma cantidad, ya que no hay más que repartir: tu éxito es mi fracaso y viceversa.Sin embargo, la primera estrategia mencionada ?esa de mostrar transparentemente y sin culpa todo lo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR