Embargo o disculpas

Por Christopher Acosta

Nadie que demanda a un periodista por S/100 millones persigue algún sentido de justicia. La cifra, imposible, persigue más bien otra cosa: meter miedo; causar desconcierto; y tener un efecto aleccionador: esto es lo que te puede pasar si te metes conmigo. Dicho en otras palabras, lo que Acuña dejó en evidencia en su última entrevista para El Comercio: que la querella que ha interpuesto en mi contra es ?para hacerse respetar?. Quizá la frase más honesta del político y empresario sobre el asunto ?Plata como Cancha? desde que apareció el libro.Publiqué con Penguin Random House un perfil periodístico de César Acuña que recorre pasajes hasta entonces inescrutables de la vida del candidato. Una investigación que halla en la historia del líder de APP un patrón: arreglar sus asuntos problemáticos públicos, en estricto privado. El libro presenta evidencia sobre la práctica recurrente de Acuña de celebrar acuerdos extrajudiciales que le permiten acallar a quienes agravia, a través de millonarias compensaciones, que se firman incluyendo severas cláusulas de silencio. Con el mecanismo, consigue dos cosas: extraer del escrutinio público esas controversias, además de evitar potenciales sentencias judiciales.Pero no es eso lo que parece molestarle a César Acuña. La demanda no queja en absoluto esas informaciones, sino las más triviales. Para matizar esos asuntos, recurrí a archivo periodístico, fiscal y judicial publicado sobre el personaje desde los años 80, y tomo de allí algunas frases textuales que sobre él han pronunciado en diversos momentos personas de su círculo más próximo: acreedores, exparejas, trabajadores de sus...

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