Las elecciones de noviembre.

AutorBall

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Los medios de comunicación, los analistas y los políticos discuten, con preocupación no disimulada, los resultados de las elecciones del 19 de noviembre pasado, que mostraron la clara victoria de las agrupaciones regionales sobre los partidos nacionales. Diecinueve agrupaciones gobernarán igual número de regiones del país, mientras el partido de Gobierno lo hará en apenas dos. Por su parte, el Partido Nacionalista Peruano tendrá que conformarse con las diez provincias en las que finalmente triunfó. La nueva situación ha llevado a muchos a subrayar el carácter cada vez más débil de nuestro sistema político, e incluso a señalar los riesgos de una 'tribalización' de la política.

De la revisión de los resultados surge, sin embargo, una imagen más matizada y compleja que nos obliga a poner mayor atención en los cambios que se están produciendo en el país. Si bien es cierto, como lo muestra el mapa que acompaña este artículo, que los votos que obtuviera Humala en la primera vuelta electoral nacional de abril pasado se trasladan masivamente a los partidos regionales y a los denominados 'independientes', no es menos cierto que, en ambas ocasiones, dichos votos están expresando idéntico malestar con las organizaciones nacionales y su distancia de la gente como con el centralismo limeño, sus políticas y sus modelos. No estamos, pues, frente a un mapa sorprendente; este sigue mostrando, aunque con mayor fuerza, las brechas que se profundizan en el país.

LOS ALCANCES Y LÍMITES DE LA FRAGMENTACIÓN Y LA DISPERSIÓN

El Jurado Nacional de Elecciones inscribió definitivamente 225 listas regionales, 1.654 provinciales y 11.162 distritales; 13.041 listas en total, que comprendían partidos políticos nacionales, partidos regionales y agrupaciones tanto provinciales como distritales. Aunque el número es bastante significativo, es ligeramente menor al que se observó en las elecciones de 2002, como lo muestra el cuadro 1:

Adicionalmente, como lo constata Adrianzén en un artículo reciente, (2) la multiplicación de listas, contra lo que se podía creer, no coincide con los espacios que muestran menor índice de desarrollo humano (IDH). Así, en los doce distritos con menor IDH el promedio de listas fue de 7,4 (7,7 en 2002), frente a 8,03 en los de mayor IDH (10,5 en 2002). Lo propio ocurre en el ámbito provincial. En otras palabras, este fenómeno no guarda relación mecánica con los niveles de pobreza y exclusión, sino, fundamentalmente, con la dificultad para construir un interés local y para agregar intereses, así como la existencia de minorías en estos espacios.

A pesar de dicha limitación, los resultados obtenidos por las listas ganadoras en el ámbito regional son bastante mejores que los de 2002. Tanto porque obtienen votaciones más altas, cuanto porque en muchos casos muestran una presencia territorial (candidaturas en provincias y regiones) bastante mayor. El cuadro 2 compara la situación en ambos procesos.

En lo que respecta a la presencia territorial, hay que señalar que, salvo en seis casos (Áncash, Lambayeque, Lima Provincias, Pasco, Puno y Tumbes), muchos de los partidos ganadores obtuvieron la victoria en tres o más provincias (Apurímac, Ica...

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