El efecto Duracell

En una entrevista publicada este lunes en el diario ?Gestión?, el presidente de Petro-Perú, Humberto Campodónico, precisó que ?en los próximos días? se cerrará la negociación con Kuntur, el consorcio privado concesionario del megaproyecto del gasoducto surandino, para determinar la modalidad y los montos exactos de la participación de la petrolera estatal en el proyecto. El ingreso de Petro-Perú a este nuevo negocio, cuya estimación presupuestal ha ido variando pero en el que, según anteriores declaraciones del propio Campodónico, la estatal invertirá unos US$ 800 millones, es un hecho cada vez más real. Como lo es también su próxima entrada en el negocio de explotación de pozos petroleros (hasta hoy Petro-Perú solo es una refinería) y en la modernización de la refinería de Talara, cuyo precio asimismo está resultando ser materia volátil, aunque va quedando claro que superará con creces los US$ 1.300 millones estimados inicialmente.

Los propulsores del relanzamiento de Petro-Perú nos decían que nuestra truculenta experiencia pasada con este tipo de megaempresas estatales no debe asustarnos, porque Petro-Perú entrará ahora solo en negocios ?seguros? y rentables, y no invertirá ni pondrá en juego en ellos dinero público (que, como todos sabemos, no es otra cosa que dinero del público). Esto resultaba un tanto llamativo, por así decirlo, y no solo por la contradicción en los términos que, como sabe cualquier empresario grande o pequeño con algo de experiencia, supone aquello del ?negocio seguro?. También estaba el hecho de que Petro-Perú tiene ingresos anuales promedio de US$ 120 millones, mientras que ha anunciado participaciones en proyectos por un mínimo de US$ 3.500 millones. ¿Cómo haría esta comparativa pulga para levantar por su sola cuenta tamaño elefante?

De manera muy relacionada con lo anterior, también resultaba sospechoso ?y así lo hicimos notar en un editorial? el ávido interés de la gigantesca multinacional detrás de Kuntur en asociarse con Petro-Perú para realizar este megaproyecto. Esto, habida cuenta de que nuestra empresa estatal es (aún) pequeña para estándares internacionales, que únicamente va a poner un capital minoritario, no es conocida ni por su excelencia técnica ni por su eficiencia y, de hecho, no tiene experiencia alguna en el negocio gasífero.

Parte de la respuesta al misterio siempre fue evidente. Las empresas estatales ?estratégicas? no quiebran: sin importar cuánto...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR