Editorial

AutorFernando Eguren
CargoDirector de La Revista Agraria
Páginas1-1
NOVIEMBRE de 2018 3
editorial
Fernando Eguren
Director de La Revista Agraria
Desnutrición, desigualdad, agricultura familiar
n su ú ltimo inform e sobre la s egurid ad
alimentaria y nutricional en América Latina y
el Caribe1, la FAO constata que la incidencia
de la desnutric ión en la región , de spués de
varios años de reducción, está en aumento por
tercer año consecutivo (2015-2017). Tanto los
promedios regionales como los promedios para el
Perú, en lugar de mejorar están estancados o han
empeorado. En el caso peruano, la prevalencia de
la subalimentación2 en el último trienio alcanza a
2.8 millones de personas.
Son varias las c ausas mencionad as que
explican este retroceso: el estancamiento de
países, el impacto de los desastres naturales ,
el aumento de la pobreza y de la migración ,
y la expansión de patrones alimentarios poco
saludables.
Est a invol ució n no af ect a a tod as las
pobl acio nes por igual , y es este punt o —la
desigualdad— el que la FAO analiza con mayor
profu ndida d. Confirm a que son l as m ujeres ,
los niños y niñas, los pobres y las poblaciones
rurales e indígenas los más afectados. Así, el
retraso en el crecimiento —uno de los efectos
de la desnutrición— es en la zona rural del Perú
veinte puntos porcentuales mayor qu e en las
áreas urbanas.
Según el Ministerio de Agricultura y Riego,
el aba ste cimi ento de alim entos en el Per ú
depende, en más de sus tres cuartas pa rtes,
de la actividad productiva de dos millones de
familias agricultoras. Sabemos que la pobreza y
la desnutrición infantil rurales están enquistadas
en ese va st o uni vers o de fa mi lia s, cuy os
ingre sos depen den fundam entalment e de la
agricultura. Por al menos dos poderosas razones
ellas deberían ser el objeto priorita rio de l as
políticas gubernamentales: por ser la base de la
seguridad alimentaria del país y por albergar a
un alto porcentaje d e pobres. La mejora de sus
condiciones de producción incrementaría la oferta
de alimentos, al mismo tiempo que sus ingresos;
es decir, fortalecería la seguridad alimentaria del
país y reduciría la pobreza.
Pero lo que parecería ser una priorización de
sentido común va a contrapelo de las decisiones
gubernam entales. Por una p arte, el gobierno
ha dejado totalmente de lado la ejecución de la
Ley de Fomento y Pr omoción de la Agricultura
Familiar, promulgada en 2015; por otra, sabemos,
por propi a boca del ministr o de A gric ultur a,
Gustavo Mostajo, que el presupuesto del sector
será en 2019 porcentual mente menor que el
de 2018 y que no se podrán ejecuta r nuevos
proyectos de infraestructura hídrica —el fondo
agricultura familiar3.
Sin emba rgo, el mini stro de Economía ,
de a ño se destrabarían las obras de irrigación
de Cha vim och ic y Ma jes -S ihu as4 — que
comprometen cientos de millones de dólares de
dinero público—, cuyas tierras serían vendidas
a las grandes corporaciones agroexportadoras,
como ha sido el caso de las anteriores irrigaciones.
No nos debe s orprender que en el país las
desigualdades se ahonden.
Notas 1 FAO, OPS, WFP y UNICEF. 2018. Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el
Caribe 2018. Santiago de Chile. .
subalimentación a la estimación de la proporción de personas del total de
una vida sana y activa, durante el periodo de referencia de un año.
3Agraria, 30 de octubre 2018. .
4 Diario Gestión, 11 de noviembre de 2018. .

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